Francia regresó la noche del domingo a su lujoso hotel de Doha tras haber superado los octavos de final del Mundial de Qatar. El equipo fue recibido con aplausos de los empleados. Al final de la comitiva, Kylian Mbappé apareció con el trofeo de mejor jugador del partido gracias a la asistencia de gol y los dos tantos que logró.
Pero el jugador del París Saint-Germain estaba más preocupado de tapar la marca de cerveza que patrocina el trofeo de mejor jugador del partido que de disfrutar de la acogida que le brindaron.
El mismo ritual que viene haciendo desde que llegó a Qatar. Como es su costumbre, Mbappé no quiere que su imagen sea vinculada a cualquier marca.
En los dos primeros partidos de Francia también fue elegido mejor jugador del partido. El futbolista posó para la foto, con la marca de cerveza oculta, pero no acudió a la conferencia de prensa, tal y como exige el reglamento de la FIFA.
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A la tercera, sí compareció ante los medios, pidió disculpas y aseguró que pagará de su bolsillo la multa impuesta a la Federación Francesa de Fútbol (FFF) por sus dos ausencias anteriores. Pero el trofeo seguía de 'espaldas' a las cámaras.
La relación de Mbappé con los patrocinadores ha dado ya más de un quebradero de cabeza a la FFF.
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El jugador se ha negado a participar en promociones de algunas de las marcas con las que la FFF tiene contrato y eso ha generado fricciones con el futbolista.
En marzo pasado dejó plantados a los creativos publicitarios de Coca Cola, KFC y Belin porque venden comida rápida y no la alimentación sana que promueve la fundación creada por el jugador.
Ese gesto generó un terremoto en la FFF, que veía en riesgo sus ingresos publicitarios. Las marcas exigen poder contar con los futbolistas internacionales, pero Mbappé quiere que eso se renegocie. En eso también es un jugador diferente.
El tira y afloja continúa porque la FFF ya tiene firmados contratos por valor de 1,5 millones de euros y porque Mbappé no es un jugador cualquiera. Es la estrella del equipo, de la selección francesa, la cara que todos quieren tener junto a su marca.
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Junto a Antoine Griezmann , todos los publicistas sueñan con asociar su marca con la de las estrellas francesas, que firmaron un compromiso para ceder su imagen cuando estén con la selección.
PAPEL MOJADO
La abogada de Mbappé cree que ese contrato es papel mojado porque a cambio los futbolistas reciben solo 25.000 euros por partido y, además, nadie les pregunta si quieren ser imagen de esas marcas.
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El pulso está servido, pero Mbappé cuenta con un as bajo la manga: Francia no puede enfrentarse a su estrella.
¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el jugador? Todo indica que muy lejos y que no le importa también plantar cara a la FIFA y a la marca de cervezas que acompaña esa campaña.
Originario del humilde municipio de Bondy, Mbappé sabe que es un ídolo para millones de niños y jóvenes que crecen en zonas deprimidas, los más expuestos a las consecuencias negativas de la comida basura, el alcohol o el juego en línea.
Desde muy joven, el jugador y su clan siempre han querido guardar un control total sobre su carrera y su imagen, una estrategia que les ha llevado a firmar con pocos patrocinadores, que a cambio de esa exclusividad tienen que rascarse más el bolsillo.
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Ahora, Mbappé da una nueva muestra de que no quiere que su rostro aparezca junto a cualquier marca.