A la gente que no cumple su palabra hay que tenerle desconfianza. Y Luis Bedoya dijo en una entrevista a Yamid Amat, publicada el 21 de septiembre de 2008, que si no se clasificaba al Mundial de Sudáfrica, “nos vamos todos: jugadores, técnico y directivos”. Bedoya, un economista industrial de la Universidad Católica de Pereira, llegó a la Presidencia de la Federación Colombiana de Fútbol en 2006 y dos años después se crucificó. “Las reelecciones las dan los resultados. No he conocido hasta ahora un solo Comité Ejecutivo que sobreviva a una eliminación”, dijo. Al dirigente y a mucha gente se le olvidaron sus palabras, pronunciadas en tiempos difíciles, luego de que la selección sufriera una estrepitosa goleada 4-0 contra Chile por la octava fecha de las Eliminatorias. Al técnico del momento, Jorge Luis Pinto, lo despidieron. Luego Eduardo Lara fue apartado del cargo. Varios futbolistas también se fueron yendo, bien por incapacidad o por edad. Pero el “mandamás” no renunció y, al contrario, se arrellanará durante otro cuatrienio en la Federación, al asegurarse otra vez su puesto como máximo titular del Comité Ejecutivo. Bedoya, de 49 años, fue sabio al manejar la tercera quemada de Colombia rumbo al Mundial y supo resaltar los logros de su administración, los cuales están basados en pilares económicos, de gerencia internacional y deportivos. Bajo su poder, la Federación se recuperó de un déficit aproximado de más de 4.000 millones de pesos; además, inició el proyecto de construir una sede de selecciones en Bogotá y se consiguió la sede del Mundial Sub-20 de 2011. Eso se reconoce. Pero logros deportivos por mayor no hubo, más allá de la clasificación de la Sub-17 a dos mundiales y el mejoramiento del fútbol femenino, fútbol sala y fútbol playa, como el propio Bedoya menciona. Aún así, es preocupante pensar que no hay mejores directivos en nuestro país o suponer que la responsabilidad de la eliminación de Sudáfrica no le corresponde a él y al resto del anterior Comité Ejecutivo. Los directivos no se ponen los guayos, pero hacen parte del equipo. Bedoya sin duda ha hecho un mejor trabajo que sus antecesores al frente de la Federación, pero su imagen está sobredimensionada. Por qué no cumplió su palabra. ¿Ambición de poder? El pasado Comité Ejecutivo permitió la interferencia de empresarios en el seno de la selección, hubo falsedad en documentos de jugadores de los conjuntos nacionales menores, se cambió la sede de Bogotá al final de las Eliminatorias sin mayor motivo y del grupo renunció Ignacio Martán por la vinculación que tenía el Cortuluá, del que era mayor accionista, con el narcotráfico. Ya tiradas las cartas, el camino para clasificar a Brasil 2014 debe comenzar cuanto antes. Bedoya citó con anterioridad varias reuniones con periodistas, directivos y gente de fútbol para hablar sobre el futuro del balompié nacional (más lobby para seguir en el cargo que cualquier otra cosa). Y contactó de una vez a Francisco Maturana para que sea el técnico en desarrollo del futbol colombiano, algo así como un director deportivo, cargo que recomienda la FIFA a sus federaciones adscritas. El nombramiento de Maturana está prácticamente listo y lo mismo sucede con el del nuevo técnico, que sería Hernán Darío Gómez. Con o sin ellos, ojalá la nueva iniciativa sí sirva para jugar nuevamente la Copa del Mundo. Ese deseo es inmutable. Lo difícil del caso es creer en renovación con un presidente que se hace reelegir y con dos figuras del fútbol colombiano como Maturana y Gómez que consiguieron muchas cosas importantes en el pasado pero que, infortunadamente, no las han podido revalidar en el último tiempo.
Actualizado: enero 25, 2017 02:40 p. m.