Argentina, pese a que Lionel Messi lució apagado, logró este martes el pase al Mundial de Catar-2022 al empatar sin goles con el clasificado y líder Brasil, que no tuvo a Neymar por lesión, y verse favorecido por la derrota 2-0 de Chile ante Ecuador en Santiago.
Argentina sumó 29 puntos y no podrá ser alcanzado por Chile, sexto en la tabla con 16 unidades, cuando restan por disputarse 12 unidades. Los cuatro primeros pasan directo a la Copa del Mundo. Tampoco Uruguay, con 16 en la séptima casilla, puede darle alcance debido a que debe jugar con la Roja en la decimoctava y última fecha de la eliminatoria.
En un partido gris y trabado, de mutuo respeto y pierna fuerte por la clasificatoria sudamericana, la Albiceleste empató el martes con Brasil, que "siempre es un rival duro", comentó Messi, goleador y capitán albiceleste.
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Ante unos 25.000 aficionados presentes en el estadio del Bicentenario de la ciudad de San Juan (oeste), el encuentro se planteó como una lucha en el medio campo con escasas situaciones de gol por la fecha 14, cuando faltan disputarse solo 12 puntos en la serie.
Brasil es líder de la clasificatoria con 35 puntos y, junto con Argentina, son los únicos invictos. Ambas escuadras tienen un partido pendiente por la suspensión del choque en Sao Paulo en septiembre pasado a causa de la invasión al campo de juego de inspectores anticovid-19.
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- Presión, lucha y nervios -
Sin Neymar, la Verdeamarilla apostó a desequilibrar en ataque con las diabluras de Rapinha, la fresca irreverencia de Vinicius o el poder de fuego de Matheus Cunha. Pero las incursiones ofensivas fueron escasas.
La manera natural que tenía Argentina para romper las sólidas líneas defensivas brasileñas estaban en los pies de Messi, Ángel Di María y Lautaro Martínez. Pero Messi lucía apagado. Encaprichado en sacarse de encima las marcas y condenado a perder la pelota.
Las claves de un partido sin brillo fueron los cerrados esquemas de control y presión ordenados por los DT Tite y Lionel Scaloni.
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Se jugó a puro nervio, sin tomar riesgos, a no dar ni un centímetro de ventaja. Y así no se podía alumbrar otra cosa que un espectáculo enredado y gris.
La asfixia a los mejor dotados ató a Leandro Paredes tanto como a Fred o a Lucas Paquetá. No encontraban ni un callejón libre ni un resquicio Rodrigo De Paul ni a Fabinho.
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El juego quedó atrapado a una lucha sin cuartel por la posesión de la pelota o la sorpresa de quitar el balón al rival en el sector central. La zona de la creación se convirtió en un pantano de camisetas amarillas y albicelestes.
Las defensas ganaban cuanto duelo se planteara. Así como Cristian Romero y Nicolás Otamendi le ponían un cerrojo a los eventuales avances hacia Emiliano Martínez, en el otro arco el candado lo garantizaban Éder Militao y Marquinhos. Las bandas estaban clausuradas.
Un remate de media distancia De Paul forzó una atajada de Alisson. Matheus Cunha casi emboca un gol de película desde 35 metros, que pasó por arriba del travesaño. Fred también probó con un remate que rozó la parte superior del travesaño. Demasiado poco.
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- Cambios sin gravitación -
Argentina se salvó de perder un defensor. Otamendi le metió un codazo en la cara a Rapinha. Ni el árbitro uruguayo Andrés Cunha ni el VAR lo detectaron. Era tarjeta roja directa.
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Al otro zaguero central, el más seguro, lo perdió por lesión. Scaloni ya había ensayado mover el tablero ofensivo al entrar Lisandro Martínez, Joaquín Correa y Julián Álvarez.
Tite dispuso un cambio táctico. Brasil se adelantó en bloque unos 20 metros en el campo y llevó inquietud. Los ingresos de Antony, Gerson y Gabriel Jesús procuraron quebrar el cero. Tampoco movían el amperímetro.
Messi seguía lento y desconectado. Su equipo ya no es Messi-dependiente. Pero si no está encendido, se nota. Apareció con un solo remate al arco, sobre la hora.