Un golpe muy duro recibieron los hinchas del equipo azul el pasado miércoles, al enterarse que su gran ídolo, Rafael Robayo, definitivamente se quitaría la camiseta de sus amores tras no llegar a un acuerdo económico con las directivas del club. “Me duele la partida de Millonarios, pero lastimosamente no se pudo llegar a un acuerdo y ahora tengo que pensar en mi futuro y el de mi familia”, fueron las palabras con las que Robayo dio la lamentable noticia a través de la red social de Twitter. “Espero volver a Millos porque es el equipo del cual soy hincha y al cual quiero por todo lo que viví”, agregó el comunicado con el que se despidió de la fanaticada. Seis años con el club, en los que celebró 20 goles en 187 partidos, llegaron así a su final. Las palabras del ‘corazón azúl’, como se le conoce al deportista, paradójicamente rompieron más de un corazón de sus fieles seguidores, quienes se ilusionaban con armar un gran equipo para la Copa Sudamericana y mejorar la campaña del año anterior, en el que levantaron el trofeo de la Copa Postobón y estuvieron muy cerca de llegar a la final de la Liga, campeonato que no ganan hace 24 años. Aunque no se puede decir que sin Robayo Millonarios no va a llegar lejos, sí es seguro que su ausencia se va a notar muchísimo y el equipo tendrá que ‘remar’ todavía más duro para alcanzar los objetivos trazados. Y es que Robayo no solo es un buen jugador; el volante, con su personalidad, entereza para correr todo el partido, facilidad para quitar el balón y claridad para entregarlo, además de marcar goles en los momentos clave, se transformó en el gran ídolo de una hinchada exigente que no le da sus afectos a cualquiera. Después del paso por el equipo de grandes futbolistas como Alfredo D’Stefano, Amadeo Carrizo, Adolfo Pedernera, Nestor Raul, Rossi, Alfredo Castillo, Francisco ‘Cobo’ Zuluaga, Delio ‘Maravilla’ Gamboa, Willington Ortiz, Alejandro Brand, Jaime Morón y Arnoldo Iguarán (ofrezco disculpas si se me escapa alguno), quienes ganaron cosas importantes, Millonarios no tenía ese gran referente que toda hinchada necesita para soñar. En los últimos 20 años, nombres como los de John Mario Ramírez, Ricardo Lunari, Andrés Chitiva, Bonner Mosquera, Héctor Búrguez, Andrés Pérez y Gabriel Fernández obtuvieron reconocimiento, pero no alcanzaron a rotularse como ídolos, ¿por qué? Porque no fueron campeones. Ninguno de los anteriores mencionados estuvo durante el título de la Copa Merconorte en 2001, galardón que sirvió por varios años como “consolación” para los seguidores azules. Robayo, en cambio, sí fue campeón. Después de fallar en su primer intento al llegar a las semifinales de la Copa Sudamericana de 2007; el pasado 27 de octubre, tras derrotar 2-0 a Boyacá Chicó en ‘El Campín’, el bogotano de 27 años levantó el trofeo de la Copa Postobón y consumó así su estatus de ídolo. Aunque el 2011 pudo ser de ensueño, tras ser llamado también por segunda vez a la selección Colombia de mayores para el juego ante Argentina en Barranquilla por Eliminatorias (había sido convocado en el 2010 para los amistosos ante Venezuela y México), el año se vio ensombrecido luego de que Millonarios fuera increíblemente eliminado por Junior en las semifinales de la Liga Postobón, tras sacar en el encuentro de ida una diferencia de 3-0, ser remontado por el mismo resultado en Barranquilla, y sucumbir en la definición por penaltis. Quizás, aquella del 14 de diciembre fue la noche más amarga para Robayo, quien a pesar de haber dejado hasta la última gota de sudor en la cancha del Metropolitano, abandonó la misma con lágrimas en sus ojos, un llanto que brotó desde lo más profundo del ‘corazón azul. Ahora, con Robayo ido para el Chicago Fire de la MLS de Estados Unidos, Millonarios tendrá que afrontar el 2012. ¿Estuvo bien haberlo dejado ir? ¿No se hubiera podido hacer un esfuerzo económico mayor para retenerlo? El tiempo dará la respuesta… Por: Juan Carlos Calderón Medina. En Twitter: @calderon_medina
Actualizado: enero 25, 2017 11:58 a. m.