Cuando el tipo se despertó estaba arropado con la bandera de Colombia. La imagen habría sido absolutamente patriótica y gloriosa si no tuviera ese guayabo descomunal, si la harina mezclada con el rocío de la mañana no le hubiese impedido abrir los ojos por el pegote y, claro, si no estuviera acostado en el verde prado que hay en la oreja de la Carrera 7 con Calle 100 en Bogotá. Sí, así había sido la pea... Eran las 6 de la mañana, el tipo temblaba por la resaca y el frío, estaba empapado, sucio a más no poder y no olía particularmente a rosas; pero estaba feliz. La noche anterior, el 29 de julio de 2001, por primera vez en su vida la selección Colombia le había dado una alegría de verdad. No se trataba de una victoria más, de un triunfo de unos juveniles que él desconocía o de un buen resultado en una campaña larga. No, se trataba del primer título continental del equipo que se vestía con la bandera que él se amarró cual capa para montarse a un bus; se trataba de la gloria de la Copa América que por primera y única vez Colombia ganó en el 2001. Claro, decir que ese título no es válido porque no vino Argentina es lo primero que apunta cualquier amargo, pero estoy seguro de que muchos de los que hoy en día miran por encima del hombro esa Copa protagonizaron con menos o más desmanes escenas similares a la de mi conocido (que lo juro, es cierta, los que conocen al personaje saben de la joya a la que me refiero). Pero bueno, así somos, creemos que tenemos con qué ser campeones del mundo olvidándonos de que sólo dos veces hemos llegado a la final de una Copa América. Porque a los que la menosprecian debo recordarles que la Copa es algo muy grande. Puede que los técnicos como 'Bolillo' no se la tomen en serio y que muchos futbolistas sean tan irresponsables de seguirle la cuerda a su jefe, olvidando que un título continental significa un mejor estatus a la hora de firmar un contrato, pero para el aficionado común la Copa es importante inconscientemente sólo por el hecho de que te hace ver en qué lugar está tu selección, cómo es la cosa en frente de los rivales. A mi me gusta la Copa. Es más, me parece un gran torneo que han estropeado los dirigentes permitiendo que participen invitados que van por compromiso y no por competencia. Además, los colombianos le debemos mucho a este torneo, y no sólo por el título del 2001. Gracias a la Copa América de 1987 Colombia se enamoró de su Selección, la misma que en Argentina sorprendió a todo el continente colándose en semifinales y derrotando a la anfitriona y campeona del mundo en el partido por el tercer lugar. Ese fue el primer torneo de mayores en el que un combinado nacional jugó vistiendo la tricolor, y eso fue muy significativo. La Copa América del 91 nos dejó la última victoria oficial sobre Brasil en selecciones absolutas y la del 93 le mostró al mundo para qué estaba la mejor selección Colombia de todos los tiempos, esa misma que iba camino a la final y que sólo pudo ser eliminada en semifinales por Argentina y desde el punto penal. ¿Cómo olvidar la Copa de 1999 cuando Martín Palermo botó tres penales frente a Miguel Calero o ese tremendo partido frente a Uruguay en el 95? Y estoy seguro de que los más veteranos tienen en la mente esa Copa del 75, cuando ese maravilloso equipo de Zape, Willington, Ernesto Díaz, Cañón, Zárate, Umaña, Retat y compañía por primera vez alejó a Colombia de los últimos lugares y se dio el lujo de eliminar a Paraguay y Uruguay en juegos memorables, violentos y dramáticos (Zape atajó un penal frente a los charrúas con el hombro dislocado, si eso no es heroísmo no sé qué lo sea), para llegar a una final durísima frente al Perú mítico de Cubillas, Sotil y Oblitas. La Copa, insisto, es cosa seria. Para selecciones como la nuestra es la forma más cercana de saborear la gloria, de generar empatía, de recuperar la fe después de tantos años de fracasos. Por eso me saca de quicio que Gómez dijera lo que dijo o que Mario Yepes señale que no van a ir a pelear el título, y por eso mismo me alegra que algunos futbolistas como Falcao García y Teófilo Gutiérrez, conscientes de que el papel simbólico de la Selección es enorme, hayan contradecido a los dos anteriores y llegaran al país diciendo que Colombia va a dar la pelea. Eso es lo que espero de mi Selección. Que en todos los torneos que dispute salga a ganar y ayude a que los colombianos nos sintamos orgullosos. Especialmente en uno que, como la Copa América, tiene muchísimo más peso de lo que algunos creen. ------------------------ PD: A partir de hoy Gotas de veneno estará en Golcaracol.com, un nuevo portal con todo el fútbol del mundo. 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Actualizado: enero 25, 2017 12:02 p. m.