La misión de Teófilo era una, bien clara, según los entrenamientos previos al duelo contra los norteamericanos. Debía ser el eje del ataque, conducir a la selección Colombia y aportarle esa chispa que se le ha extraviado en las últimas presentaciones.
Estaba obligado, en pocas palabras, a ser el elemento que conectara a los jugadores de las bandas y el mediocampo con ese nueve solitario de apellidos García Zárate.
En principio se mostró como el más dinámico al lado de Elkin Soto, su compañero de labor, por lo menos el de más vocación, en la zona de volantes. Teo creó la primera opción colombiana con un disparo cercana a los dos minutos.
Le alcanzó incluso a Teófilo Gutiérrez para hacer de lanzador y ponerle un balón a la cabeza de Abel Aguilar en el primer tiempo, en una jugada que salió desviada del arco mexicano.
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Con el transcurrir de la primera etapa, sin embargo, se fue perdiendo. Con justa causa, pues Teófilo es delantero, siempre lo ha sido. Distinto es que su técnica le permita generar opciones desde atrás.
En cualquier caso, el artillero costeño se fue en el minuto 61 a cambio de uno que sí pudo jugar en su posición natural, Jackson Martínez.
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