La gracia de Luis Díaz hoy es que sigue jugando con desparpajo y naturalidad. En la cancha del Metropolitano, en Anflield o en Wembley aún no ha perdido ese gusto por el juego, por tener el balón en sus pies e inventar algo novedoso y al final de todo divertirse, gozar y ser feliz desarrollando su profesión.
Y el delantero guajiro le regaló a Colombia una buena presentación en el triunfo 3-0 sobre Bolivia. Él abrió el camino de la victoria con una jugada en espacio corto y un remate cruzado fuerte e inatajable para el arquero visitante. Cuando aún no estaba todo claro, apareció por izquierda con velocidad para lanzar un centro y gol de Miguel Ángel Borja.
Cada descolgada, cada gambeta, cada vez que el esférico llega a los pies del nacido en Barrancas cualquier cosa buena puede pasar, en un fútbol que como el de hoy es por momentos cada vez más cuadriculado y con pocos espacios para los talentosos como él. Es increíble, pero a 'Lucho' ni le importa que patadas le den. En su libreto futbolístico parece tampoco estar esa malicia para hacer teatro o fingir. A Díaz le pegan, cae, se para y quiere seguir. Él lo que desea es siempre jugar, jugar y jugar.
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El jueves en la cancha del Metropolitano comprobamos que todos los elogios que llegaron en las últimas semanas desde Inglaterra para Luis Díaz no son casualidad, porque magos de su calidad y categoría llaman la atención porque rompen moldes, crean y marcan la diferencia gracias a las cualidades que el Altísimo puso en sus pies.
Cada vez hay más razones para ilusionarnos en Colombia con que estamos ante un grande del fútbol de verdad, verdad y hay que hacer votos para que siga siendo 'Lucho' o 'Luchito', que no pierda esa humildad, que siga siendo tan natural como hasta ahora y que le siga brindando alegrías a los aficionados de acá y a los de allá, a los que bien puede seguir dejando con la boca abierta con cada ejecutoria dentro de los terrenos de juego.
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Y atentos, el próximo martes frente a Venezuela, vuelve Luis Díaz con la Selección Colombia y ahí solamente hay esperanzas de que buen fútbol pueda haber.