Resulta que Leonel Alvarez decidió que en su primer partido oficial como seleccionador de Colombia anunció que su único delantero titular será Teófilo Gutiérrez, y el cielo se le cayó encima: que es un cobarde pues a Bolivia hay que llenarlo, que hay chanchullo con el representante de Teo, que cómo va a ser tan bruto al ignorar a Falcao... yo, la verdad, estoy preocupado. Y no porque Leonel ponga a uno o a otro, sino porque no hemos empezado la eliminatoria y otra vez ese triunfalismo tropical colombiano se siente en el ambiente. Creo que somos así por las montañas. Es decir, estar geográficamente entre montañas te hacer sentir encerrado en tu terruño y creer que no hay nada más allá (si se mira bien es una explicación el por qué del regionalismo exagerado de antioqueños, santandereanos o nariñenses, mientras que la gente de las costas y los llanos es mucho más abierta... en fin, es una teoría), pero también tiene que ver el provincianismo de un país que durante 100 años estuvo cerrado política, económica y culturalemente al mundo y construyendo un discurso nacionalista para tratar de entender esa confusa sumatoria de regiones que tiene. Acá creemos que el español de Colombia es el mejor hablado del planeta, que las colombianas son las mujeres más lindas del mundo, que el Himno Nacional está de segundo en un inexistente ranking internacional de himnos nacionales, que como Colombia "no hay nada" en todos los aspectos, y por eso cuando un colombiano triunfa todos nos pegamos a su éxito como moscas a la miel (y a otras cosas): desde Gabriel García Márquez al que, sin haberle leído un cuento en la vida, muchos consideran el mejor escritor de todos los tiempos, hasta Juanes, el epítome del rock para el colombiano promedio (ay dios...), pasando por Shakira, "símbolo" de nuestras mujeres y "orgullo" de la nación, aunque claro, nadie comentó la columna del crítico de conciertos de El País de Madrid en la que decía que un concierto de la barranquillera es como una película porno con ropa (no mucha) y peor música... En deportes el fenómeno es aún peor y el mejor ejemplo es Juan Pablo Montoya. Su ascendente carrera en la CART y luego en la F1 convirtió a todo habitante de Colombia en un experto en automovilismo. Términos antes deconocidos como "pits", "boxes" o "chicana" entraron al lenguaje común de los colombianos de bien y, sin necesidad de que el presidente de la República lo firmara, declaramos enemigo nacional a Michael Schumacher, el "némesis" de nuestro JP... a Montoya dejó de irle tan bien, se fue para la Nascar y nadie volvió a transocharse para ver la carrera de Kuala Lumpur, por un lado, y por el otro nadie sabe cuándo hay carreras de la Nascar. Es más, la mayoría de las cientos de pistas de karts que se abrieron cuando Montoya estaba en la elite hoy son otra cosa. Por esa extraña necesidad de éxito nacional el país futbolístico fue hincha del Parma de Faustino Asprilla (¿todavía hay colomboparmesanos por ahí?), del Boca Juniors de Bermúdez, Serna y Córdoba, le hacía fuerza al Aston Villa de Ángel, al Porto de Falcao García, James Rodríguez y Freddy Guarín, y hoy tiene puesta la camiseta del Atlético de Madrid gracias a la llegada del 9 samario por 40 millones de euros. Así somos: buscamos la gloria que no nos ha dado la nación en nuestros compatriotas exitosos y, como los hay, y en una cifra importante, menospreciamos lo que creemos que es "menor" o no tan "grande" como los nuestro. La discusión sobre la titularidad de Teófilo Gutiérrez y la ausencia de Falcao García muestra eso: un desprecio enorme por Bolivia que lamentablemente me recuerda el menosprecio por Perú en la pasada Copa América. Pensar en que en La Paz es obligatorio salir a arrollar al rival, en que los vamos a golear o en que es un acto de cobardía jugar con un solo delantero es creer que el fútbol es como en la Play Station y que todos los equipos tienen que jugar como el Barcelona: ojalá, pero no, eso no pasa... ¡no seamos tan tropicales! El primer punto, aunque se menosprecie y se crea que el haber entrenado en Bogotá era la solución, es la altura. Como bien lo señala un muy buen artículo del Especial sobre la Eliminatoria a Brasil 2014 de Golcaracol.com y Elespectador.com , jugar en La Paz sí es especial: los 3.650 metros sobre el nivel del mar del Hernando Siles influyen sobre el organismo no preparado (y ahí estuvo muy bien la estrategia de entrenar en los 2.600 de Bogotá y viajar el lunes en la tarde a Bolivia: menos impacto, más oxígeno en la sangre). Pero no se trata sólo de lo que le pasa a tu cuerpo, las condiciones de juego cambian, la pelota es mucho más rápida y traicionera, y Bolivia sabe aprovechar todo eso cuando le dan la papaya para hacerlo (¿se acuerda del 6-1 sobre Argentina?). ¿Cómo contrarrestar ese plus del rival? Lo primero es el trabajo físico que, como se dijo, se hizo bien. Lo segundo está en lo táctico: defenderse en La Paz es un suicidio y todos en el continente lo saben; si juegas atrás los bolivianos te van a pelotear y van a explotar la media distancia con esa pelota endiablada. Y acá es donde uno debe aclarar que Leonel no va a parar, para nada, un equipo defensivo. Jugar con un solo delantero (en este caso Teófilo) no es defenderse cuando en el campo vas a poner punteros (Dorlan y James) y vas a tener dos volantes que lleguen de atrás (Guarín y Aguilar). El 4-1-4-1 tiene esa ventaja táctica como lo demostró la España de Luis Aragonés en la Eurocopa 2008: puede convertirse en un 4-3-3 para atacar y en un 4-5-1 para defender, pero por supuesto todo depende del trabajo y de los jugadores. Y acá siento mi posición: creo que hay una nómina importante de la que espero compromiso y un técnico joven y ambicioso del que espero inteligencia. Me parece que el pleanteamiento es inteligente: no se va a defender, pero no va a salir a atacar como loco regalándose: es un esquema para controlar el juego y quitarle la pelota al rival para así buscar ganar el juego. Pero volvamos al por qué Teófilo sí y Falcao no. Si se va a jugar con extremos lo más lógico es tener un 9 de área temible y, si bien Teo también lo es, el potencial de García en el juego aéreo y sus movimientos en el área son notables, algo supremamente valioso frente a una defensa que mostró debilidades en Montevideo frente a Uruguay. Pero jugar con el 9 del Atlético de Madrid (que ojo, a mi me parece un delanterazo y eso lo quiero dejar bien claro), implica jugar por arriba, tirar pelotazos, apostarle al choque... y eso en La Paz es peligroso, implica desgaste no sólo para el jugador sino para todo el equipo. En cambio, Teófilo es un tipo de delantero con mucho más dominio de la pelota, que perfectamente se puede retrasar para generar espacios y habilitar el despliegue de Dorlan y James por los costados, y que gracias a eso cumple mejor las funciones de pivote para la llegada de sus compañeros de atrás (Guarín, Zúñiga, Armero). Falcao es un tremendo 9, pero Teófilo es un jugador más completo, que te ofrece más alternativas de juego, y eso, en un partido en el que las condiciones son tan peculiares como en La Paz, es más valioso para el DT que la presencia de un 9 que fuera del área no puede darte más allá de su sacrificio (otra de las características para aplaudir de Falcao). Claro, un hincha no entiende esto. Un hincha ve en las noticias que Falcao hace muchos goles en la súper mediática Liga española y exige que el 9 tiene que ser titular, cree que es lo mismo ese club (o el Porto) que la Selección, no entiende cómo es que García no hace de a tres partidos cuando se viste de amarillo, y lo comprendo. Pero no hay que dejarse llevar por ese patrioterismo. Este martes comienza un camino largo y duro para llegar a Brasil 2014, y las oportunidades de clasificar no pueden ser mejores: hay cuatro cupos y un repechaje para nueve equipos, el Mundial es muy probable, pero si la Selección se descuida y, sobre todo, si los hinchas nos ponemos a creer que tiene que jugar como el Barcelona y que le va a ganar a todo el mundo así como así, otra vez nos vamos a quedar por fuera. No nos comamos el cuento cuando ni siquiera hemos jugador el primer partido. Veamos cómo le va a Leonel y a la Selección en su debut, veamos si la justificación táctica de la presencia de Teófilo tiene sentido en el campo (para mi en el papel lo tiene), analicemos cómo conduce el juego y qué variantes realiza frente a una Bolivia que necesita ganarnos sí o sí para salvar el año, y luego sí opinemos. Esa colombianada de ser triunfalistas antes de competir siempre nos ha salido caro y lo único que termina dejando es desinterés y decepción... sólo hay que preguntarle a los otrora hinchas de Juan Pablo Montoya. Sígame en Twitter: http://Twitter.com/PinoCalad
Actualizado: enero 25, 2017 12:02 p. m.