Una gatita que recién había tenido crías sacó a relucir su instinto materno al llevar a sus dos pequeños a un hospital de Turquía . Aunque el recinto era para humanos, tomó a los felinos del cuello y los dejó a la vista de los trabajadores.
A punta de lamentos en forma de maullidos logró que los médicos prestaran atención y a simple vista saltó el problema: no podían abrir los ojos. Por la condición supieron que estaban infectados y decidieron aplicarles gotas hasta que por fin se despegaron los párpados.
Uno de los empleados supo que la gata era conocida. Si bien merodeada los alrededores y de vez en cuando recibía alimento, desconocían que tenía una familia que mantener.
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Aquellos que en principio ayudaron decidieron hacer algo más y enviaron a la familia a un veterinario que pudiera darle cuidados especializados.
En cuanto crezcan un poco, los gatitos serán dados en adopción. Seguramente los hermanos serán separados, pero tendrán un hogar y no estarán en la calle luchando por sobrevivir.