Lo que hay detrás de la liberación de barriles de la reserva de EE. UU.

Aunque el mundo conoce los efectos devastadores de los combustibles fósiles en el medio ambiente y busca transitar hacia un futuro menos dependiente de ellos, lo cierto es que aún falta camino para lograrlo. El anuncio de esta semana del presidente Joe Biden, de liberar 50 millones de barriles de petróleo de la reserva federal de Estados Unidos, da cuenta de esto.

Precio del petróleo subió tras el anuncio de Biden, pero se desplomó días después por nueva variante del COVID.

¿Cuál es la urgencia? Los elevados precios de la gasolina en el gigante del norte, que impulsan la inflación y amenazan con destruir el capital político, cada vez menor, del presidente demócrata.

En la Unión Americana el promedio del combustible en las estaciones de servicio es de $ 3.41 el galón, el nivel más alto desde 2014, según la asociación de automovilistas AAA.

De los 50 millones de barriles de las reservas estratégicas de Luisiana y Texas, 18 millones serán vendidos directamente en los próximos meses, y los otros 32 millones entrarán al mercado bajo un sistema de "intercambio", es decir, serán devueltos a las reservas estadounidenses en unos años.

Pero esta movida no la harán solos. Estados Unidos armó equipo con su mayor rival económico y geopolítico, China, y también con India, Japón y Corea del Sur para poner en el mercado miles de barriles e intentar impulsar una reducción del precio del crudo. Aún no está claro cuál será el aporte de los aliados de Washington en esta cruzada.

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Según Francisco Lloreda, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo, "el precio de los combustibles es crucial para la economía de Estados Unidos, pues es un país altamente dependiente del transporte terrestre, aéreo, fluvial y marítimo. A diferencia de Colombia, el combustible no es subsidiado, por lo que todo incremento en pecios va directo al consumidor y afecta significativamente el crecimiento económico".

De ahí la medida desesperada, y es que han sido infructuosos los intentos de Biden para que la OPEP, el club de los países productores, y Rusia aumenten su producción. Es así como Estados Unidos decidió formar su propio cartel, el de los grandes consumidores, para hacer contrapeso al liderado por Arabia Saudí.

Pero la reacción no fue la esperada: no solo no bajó el precio del petróleo sino que subió, el WTI más del 2% y el Brent más del 3%. Según analistas, el mercado anticipó el anuncio de Biden y la cantidad liberada fue menor a la esperada. Como arrojar "una gota en un océano" calificó Standard and Poor´'s los 50 millones de barriles que Estados Unidos pondrá en el mercado y es que en un solo día el planeta consume a rededor de 100 millones de barriles de crudo. Sin embargo, el viernes los precios se desplomaron, pero por otra razón, la nueva variante sudafricana del COVID-19, pero esa ya es arena de otro costal.

Del otro lado de la talanquera está la OPEP, que produce la tercera parte del petróleo del mundo y determina en buena medida el precio. El club de productores ha decidido no ceder ante las pretensiones de aumentar su producción, porque "están compensando en parte las pérdidas del año pasado cuando la demanda cayó 30% y están enviando un mensaje de poder al resto del mundo", dice Lloreda. Un poder que, sabe, poco a poco se irá extinguiendo en un mundo que está en transición hacia energías limpias; así que en términos coloquiales, está sacando el jugo…hasta que se pueda.

Así las cosas, la movida de Biden y sus aliados, más que buscar incidir realmente en los precios del petróleo, fue un mensaje político y es que no hay mucho más que puedan hacer.

Entre tanto, mientras la economía estadounidense muestra signos positivos de recuperación, sobre todo en el empleo, la inflación y el elevado costo del combustible seguirán siendo el talón de Aquiles de Biden.

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