Desde la cama de un hospital de Londres, lucha por su vida y la de su bebé, que apenas tiene 26 semanas.
Karen Mannering es una paciente con coronavirus que envía un llamado: “te digo ahora, si vas a encontrarte con tus amigos por una estúpida cerveza o para caminar, te llevarás esto a casa y matarás a alguien. A uno de los miembros de tu familia”.
Ella tiene neumonía en ambos pulmones y un esposo y tres hijos a los que ni siquiera puede ver. “No se de dónde me contagié, pero estoy muy enferma”, dice.
Está en Reino Unido, donde han muerto 463 personas y más de 9.500 han sido infectadas por el coronavirus, y la situación hospitalaria está a punto de un colapso. Como “un tsunami" califican en medios locales la explosiva combinación de una demanda disparada y la escasez de personal.
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Para intentar paliar la situación, un centro de exposiciones en Londres entrará a funcionar como hospital con capacidad para 4.000 camas.
Si bien las estadísticas parecen bajas, hay que recalcar que se han hecho muy pocas pruebas y las infecciones reales se calculan en decenas de miles. Los hospitales ya sienten la explosión de pacientes gravemente enfermos.
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El llamado del gobierno británico en busca de voluntarios tuvo una respuesta abrumadora: más de 400.000 personas se inscribieron en un solo día para entregar alimentos y medicinas a la gente más vulnerable, llevar pacientes dados de alta de los hospitales a las casas y hablar por teléfono con la gente que está en aislamiento.