El misterio que rodeaba la muerte de una mujer embarazada en Francia, mientras caminaba por un bosque, se aclaró un año después del hecho.
Elisa Pilarski, de 29 años y que tenía 6 meses de gestación, perdió la vida en el bosque de Retz, al noreste de París, mientras daba un paseo con Curtis, un pitbull que era de su pareja.
En la zona se realizaba caza de ciervos y por eso muchos creyeron que su deceso se produjo tras el ataque de los perros entrenados para ese tipo de actividad.
Las misteriosas circunstancias del caso despertaron un gran interés en Francia y se convirtieron en una causa a la que se aferraron los defensores a favor y en contra de la caza.
Una autopsia mostró que Pilarski murió desangrada después de recibir varias mordidas en las extremidades superiores e inferiores y la cabeza.
Las sospechas inicialmente recayeron sobre los perros de caza, pero las pruebas de ADN y los exámenes veterinarios mostraron un único culpable.
Se trataba del perro de su pareja, dijo el fiscal de Amiens, Eric Boussuge.
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Boussuge agregó que el animal había sido importado a Francia ilegalmente desde los Países Bajos y entrenado para atacar utilizando técnicas prohibidas en Francia.
Una fuente cercana a la investigación, que pidió no ser identificada, dijo que el ADN del pitbull se encontró en las mordidas que tenía Pilarski y en su correa.
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Justo antes del ataque, la joven había llamado a su compañero, Christophe Ellul, para decirle que se había encontrado con perros amenazadores y tenía dificultades para controlar a Curtis con la correa.
Ellul llegó a la escena unos 45 minutos más tarde para encontrar el cuerpo de la joven en un barranco, junto a Curtis y una manada de perros.
Le habían arrancado la ropa.
Ellul culpó a los perros por su muerte , pero dos informes veterinarios concluyeron que solo la mandíbula del pitbull podría haber producido ese tipo de marcas en la mujer.
Además, tras el lamentable hecho, Curtis atacó a otra persona en una perrera.
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