Joven y su esposa se volvieron papás adoptivos, en deporte y música, de 150 niños con grandes sueños

Esto ha logrado apartar a los menores de edad de la violencia que tanto los acecha en la zona donde viven.

No importa si llueve o hace sol, los niños de la vereda Siloé, en las afueras de Popayán, Cauca, llegan hasta un improvisado espacio para trabajar en actividades lúdicas y deportivas con las cuales empiezan forjan muchos de sus sueños.

Una y otra vez, Ángel Alexis Ijají ensaya una de sus jugadas predilectas en fútbol. Su meta, llegar a ser como uno de sus ídolos.

“Me gustaría ser como Juan Guillermo Cuadrado y, por eso, estoy entrenando duro con el profe Roosevelt Granda para poder cumplir mis sueños”, comenta el pequeño.

Para él, y más de 150 niños de la vereda Siloé, ubicada en el suroriente de Popayán, Roosevelt Granda se ha convertido como el padre que los guía por el camino del bien.

“Nos enseña muchas cosas, nos enseña a ser buenas personas y siempre nos apoya en lo que nosotros necesitamos”, señala Karen Dayana Granda, practicante.

Hace diez años, Roosevelt inició su trabajo por los niños de su vereda, preocupado por los problemas sociales que los acechaban.

“Trabajaba y estudiaba y hacía sus recursos para poder multiplicar los valores y la parte deportiva en los niños”, dice Roosevelt Ledezma, padre de familia.

Y trabajando casi con las uñas ha logrado forjar sueños entre estos niños y niñas.

“Mi meta, primero que todo, es que los niños tengan espacios diferentes, que los niños sean personas de bien, que, a pesar de la lejanía de los sectores donde vivimos, tengamos niños que pueda mostrar sus dotes, su talento”, sostiene Roosevelt Granda.

En esta labor, conoció a Liliana Galíndez, quien no solo se convirtió en su esposa, sino también en su ayuda idónea para ayudar  a trabajar por los sueños de estos pequeños.

“Creemos que con esto hemos salvado a muchos niños y jóvenes de las drogas, de las malas compañías, y, por eso, estamos motivados a seguir trabajando con nuestros niños”, afirma Liliana.

Música, fútbol y patinaje hacen parte de la enseñanza que imparten entre los menores.

“Estoy feliz por patinar, pero quiero que nos apoyen a toda la vereda”, señala Emili Taliana Anacona, alumna.

“En cada presentación que tocamos, debemos dejar huella para que las demás personas no se metan en lo que no deben, sino en el fútbol, el deporte y la cultura”, asevera Jhojam Ledezma, joven voluntario.

Para Roosevelt y Liliana, estos 150 niños se han convertido en sus hijos adoptivos, para quienes esperan lograr ayudar a forjar un mejor futuro.

“Esta labor social que hacemos nos da la bendición de Dios para poder seguir trabajando, para poder apoyar a construir la sociedad que queremos. Yo sé que Dios es quien nos recompensa día a día”, dice Roosevelt Granda.

Pero la mayor satisfacción para Roosevelt y su esposa es poder alejar a estos niños de los problemas sociales que los acechan.

 

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