“Ya uno anda tranquilo, que ni guerrilla, ni paraco hay por aquí”, dice Joaquín Buelvas un campesino de Montes de María quien como los demás moradores de la población disfruta una Navidad den paz tras décadas de conflicto.
Hoy se celebran fiestas y novenas en la misma zona donde antes predominaba el miedo. De esos tiempos aciagos habla Judith Osorio, víctima de la violencia.
“Hubo un tiempo en que uno se metía bajo la cama, pero gracias a Dios ya todo pasó”, cuenta la mujer.
Para las fiestas decembrinas, incluso, aumentó el retorno de víctimas y la felicidad de sus coterráneos. Ahora, el campesinado trabaja tranquilo con la esperanza firme de que no reaparezcan las armas
“Ahora uno vive feliz, porque a cualquier hora uno sale a la calle y nadie se mete con uno” afirma la también desplazada Carmen Buelvas.
Con la paz también llegó una reactivación de los campos productivos y el progreso a mediano plazo.