Mujer que fue habitante de calle en Medellín ahora es un ángel para animales maltratados

Alba Liliam Buitrago, de 49 años, asegura que el amor por los animales le ha devuelto la vida. Nació en las calles de Medellín y allí se crio hasta los 12 años, aguantó hambre, fue abusada sexualmente y maltratada. Su mamá estaba en las mismas condiciones.

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“Eso deja secuelas muy profundas en el alma que modifican lo que pensamos y sentimos, y solo a través de los animales, de rescatarlos de una muerte segura, he logrado cerrar esas heridas”, comentó Alba Liliam Buitrago.
Logró cambiar su destino y con ayuda de los periódicos que encontraba en la calle fue aprendiendo inglés, que se convirtió para ella en el lenguaje de la esperanza, porque la sacó de ese mundo y, luego de un par de años, resultó estudiando en Inglaterra.

“Para mí el inglés significa todo, significa la oportunidad de cambio de vida, es la oportunidad de contacto con otras personas, es mi sueño hecho realidad”, señaló la mujer.

Ahora es guía turística bilingüe e insiste en que lo único que le ha logrado sanar el corazón son los animales. Ha rescatado cientos de las calles y es feliz, recuperándolos y encontrándoles un hogar.

“Es una labor muy bonita porque me ha tocado ver las condiciones en que muchos animales han llegado y, la verdad, me le quito el sombrero”, manifestó Karen Betancur, ayudante de Alba.

“Yo sé ponerme en su lugar, sé lo que se siente estar en su piel y entonces por eso los rescato, porque no quiero que otros vivan lo que tuve que vivir cuando era una niña inocente que no tenía cómo defenderme”, dijo Alba.

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Tiene gatos y perros que fueron maltratados. Se ve reflejada en ellos. Asegura que son su más fiel compañía, pues no le cuestionan su pasado porque ellos vienen del mismo lado.

“Las heridas empiezan a sanarse poco a poco y digamos que sanando sus cuerpos y por el privilegio de rescatarlos, yo he sido rescatada”, agregó la mujer.

Su casa está llena de milagros, aquí todos los presentes han sobrevivido a la indolencia humana. Por eso, se abrazan entre sí, mientras van sanando el alma. Este es el lenguaje de quienes luchan por una segunda oportunidad.