Tadej Pogacar, el 'extraterrestre' del ciclismo que ha silenciado las sospechas por dopaje
El ciclista esloveno Tadej Pogacar levantará su cuarto trofeo en el Tour de Francia, reescribiendo una historia del ciclismo que en el pasado tuvo un oscuro capítulo.
La superioridad con la que Tadej Pogacar ha ganado su cuarto Tour de Francia se ha llevado por delante todo atisbo de suspense y ha barrido también la sombra del dopaje que tradicionalmente acompaña a los ganadores de la ronda gala.
Si es cierto que sus actuaciones de extraterrestre han levantado algún comentario ácido en el seno de un pelotón donde todavía persiste la sospecha cotidiana, el esloveno apenas ha tenido que afrontar preguntas sobre el dopaje, a diferencia de sus predecesores y de él mismo en sus anteriores victorias.
Pogacar representa el nuevo ciclismo, el de una generación que no ha tenido contacto con la época de Lance Armstrong, el momento más negro del dopaje, y está construyendo un palmarés histórico sin tener que responder a las cuestiones que acompañaron a otros, como el británico Chris Froome.
Desde el podio de los Campos Elíseos, Froome casi tuvo que pedir perdón por cada uno de sus triunfos y lanzó una frase que servía como escudo a su limpieza: "Mis análisis quedarán conservados durante años. No temo a que los avances de la ciencia descubran en ellos sustancias que hoy son desconocidas".
Publicidad
La sospecha ha ido disminuyendo a medida que el número de casos se ha reducido, en paralelo a los avances en la lucha contra el dopaje.
Las gestas de Pogacar encuentran sustento en explicaciones científicas, en las mejoras del rendimiento y, sobre todo, del acompañamiento científico de los campeones.
Tadej Pogacar, ganador de la etapa 13.
afp.
Publicidad
"Estamos ante una generación de superdotados que han sido seleccionados por sus condiciones excepcionales y rodeados de un entorno científico para sublimar su rendimiento", explica a EFE el doctor Gérard Dine, investigador del deporte y uno de los padres del pasaporte biológico.
Un planteamiento cuyo origen Dine sitúa en la preparación de los atletas nórdicos para ciertos deportes de invierno y que encuentra todo su sentido en disciplinas de esfuerzo aeróbico y no tanto en otras como el fútbol o el baloncesto, donde la resistencia no es tan importante.
Para el profesor, no es casualidad que muchos de los actuales campeones del pelotón empezaran sus carreras sobre la nieve y allí fueran detectados por sus condiciones excepcionales y moldeados para el ciclismo.
Este "control científico de los atletas ha tomado la delantera sobre el dopaje" porque "resulta muy difícil actualmente dopar a atletas con medios químicos" gracias a los avances en los laboratorios antidopaje, "capaces de detectar minúsculas cantidades de moléculas".
Publicidad
Ese elevado nivel de precisión explica el positivo del tenista italiano Jannik Sinner por haber consumido un complemento alimenticio: "El mínimo resquicio de una sustancia prohibida es detectado hasta límites que antes no conocíamos".
Dine considera muy complicado que los ciclistas del actual pelotón se dopen, pero señala que "nunca se puede excluir".
Publicidad
"La EPO fue una revolución. No había forma de detectarla, pero cuando se creó el método se abrió una vía para perseguir toda una serie de productos sintéticos", señala el científico.
Basta con conocer los productos en los que trabajan las farmacéuticas y sus posibles aplicaciones al deporte para que los microscopios de los laboratorios antidopaje los busquen en la sangre de los atletas.
En esa práctica resulta muy útil el pasaporte biológico, puesto que Dine reconoce que "sigue siendo difícil discernir si ciertas sustancias son producidas por el cuerpo o de origen externo". Pero los cambios bruscos en esos niveles pueden ser un buen indicador para poner a un deportista en el punto de mira.
El profesor confiesa que sería muy complejo detectar el dopaje genético, aquel que buscaría cambiar las condiciones físicas de los atletas, pero cree que ponerlo en práctica "necesitaría de equipos médicos muy amplios y sofisticados", no aptos para transitar en la caravana del Tour.
Publicidad
"Además, necesitaría un equipo médico muy extenso, lejos de la discreción que precisan este tipo de prácticas ilícitas", añade.
Dine no lo ve viable ni siquiera en los equipos más punteros y de mayor presupuesto del pelotón.
Publicidad
Estos, señala, obtienen mejores resultados porque "sus entornos científicos son los más sofisticados". "Invierten más y tienen mejores resultados", señala.
El profesor no se atreve a descartar por completo la presencia de dopaje en el pelotón. "La única manera de hacerlo sería que la Agencia Mundial Antidopaje tuviera el perfil genético de cada deportista. Pero eso ya es cosa del futuro".