“Que vergüenza”, esa es la frase más gastada en los últimos años en el fútbol colombiano. Y al paso que vamos se convertirá en muletilla, porque a muy pocos les duele cómo se desmorona la credibilidad de todos sus actores; directivos, árbitros, futbolistas y hasta nosotros los periodistas.
Lo ocurrido hoy en el partido Llaneros vs. Unión Magdalena, sobrepasa todos los límites, porque de comprobarse un amaño, estaremos ante el más grande desafío para esta sociedad, equivalente a repetir “el robo del siglo” del Banco de la República de Valledupar, pero transmitido en vivo y en directo.
Son muchos los casos de arreglos de juegos e intentos de soborno que han pasado de agache cuando llegan a los tribunales del fútbol, que tristemente están repletos de pesados juristas, que poco o nada hacen por profundizar en las denuncias o evidencias públicas, como la de hoy, que obliga a que se investigue de oficio.
El de este sábado es un hecho que ya no es del fútbol, es un desafío a la sociedad en general que debe activar aquel acuerdo que en diciembre de 2017 firmaron el Presidente de la Dimayor de la época, Jorge Perdomo; el presidente de la Asociación de futbolistas Carlos González Puche; y el Fiscal General de la nación del momento, Nestor Humberto Martínez; y que fue titulado “Fiscalía, Dimayor y Futbolistas firman acuerdo para evitar el Fraude en el Fútbol”.
Llegó la hora de dar una lección ejemplar, sin gambetas, sin complacencias, sin ocultamientos, como aquella grabación que llevaron hace algunos años a una asamblea de Dimayor, que demostraba el dolo en un partido que alteró los resultados del ascenso y fue archivada con el peregrino argumento de que ese escándalo le haría daño al fútbol colombiano.
¿Será acaso que esas licencias son las que están dando el derecho a todos a hacer lo mismo?.
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