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Medellín y Once Caldas no son Colombia en la Libertadores

El hincha está sentado en la sala de su casa y se sobresalta al oír una frase que le retumba en los oídos como un arrepentimiento. -¡Qué mentira! –reclama airadamente. En tiempos políticos en Colombia, en los que se habla de respeto a las minorías muy a pesar del deseo de las mayorías, este aficionado tiene razón en su molestia. No importa el color de la camiseta que se ponga. Incluso puede ser neutral y sentirse aludido.  –“Medellín y Once Caldas son Colombia en la Copa Libertadores”-, repite él, sarcásticamente, lo que acaba de escuchar en la radio. Luego cavila y reconoce a viva voz que le están diciendo una mentira a gritos: -Por vender inventan lo que sea –justifica él desesperanzado; y añade-: ¡Malditos periodistas!   El deseo que tiene este hincha es muy discutible. No quiere que gane ningún otro equipo distinto al suyo, ni siquiera en un torneo internacional. Poca entereza hay en alegrarse de la desgracia del otro, pero si esa es su voluntad, por qué pisoteársela. –Que me la respeten –dice-. Soy colombiano, sí, y no por eso tengo que creer que Medellín y Once Caldas sean el país. Quiero que pierdan y listo -contraataca. ¿De dónde proviene esa manía de los medios de generalizar el supuesto sentimiento común? ¿Va por buscar la unión del país en torno a un logro deportivo o más por promocionar un evento ligado a sus intereses? Medellín y Once Caldas provocan, evidentemente, menos reacciones negativas cuando llegan sus victorias. Pero si se hiciera esta afirmación (que un equipo “es Colombia” cuando compite en el exterior) con Millonarios, América o Nacional, por ejemplo, sería muy diferente. Tal como sucede en Argentina y muchos otros países, el amor o el odio por un club no acaba allende de las fronteras nacionales. En otras palabras, un hincha de Boca siempre querrá que River pierda, salvo unas pocas excepciones. Un título de prensa tipo “River es Argentina en la Libertadores” sería, en caso dado, impreciso, irreal. -Es lo que pasa en Colombia. Lo creen a uno estúpido y le meten tantas mentiras como pueden. Y eso porque ahora están bien (Medellín y Caldas) porque cuando pierden ahí sí no son “Colombia” sino ellos solitos (los equipos) los que caen -, se explaya el hincha, casi levantándose de su asiento. -Qué mejor que un equipo colombiano ganara otra vez la Libertadores –le contesto yo tratando que entre en mi razón-. -Está bien que uno no le haga fuerza a otro equipo, no tiene por qué hacer eso tampoco, pero ya desearle el mal es un punto que evidencia odio y marca más envidia que cualquier otra cosa-, reniego. Tratar de encontrar una disculpa por la citada referencia a los periodistas fue imposible. Llegó luego un silencio corto y el cambio a otro tema fue oportuno, mucho mejor que entrar ya en lo que sería una discusión bizantina. La lección, sin embargo, queda aprendida. Basta de hablar por todos como si se tratara de una masa uniforme y respeto por los deseos adversos, así golpeen la unión que tanto necesita nuestra sociedad.

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