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Gol Caracol Leonel Álvarez

Leonel Álvarez

  • Gol Caracol

    El excapitán de Colombia en los Mundiales de 1990, 1994 y 1998, cree que el técnico Álvarez debe mantenerse en la Selección, pese a los malos resultados en las Eliminatorias.

  • Gol Caracol

    Lo que ha pasado con Leonel Alvarez después de la derrota con Argentina me tiene abrumado: él, que era un ídolo nacional tanto por sus actuaciones como jugador como por su presencia mediática, al que antes de que nombraran a 'Bolillo' todo el país pedía como seleccionador nacional, el que fue recibido con vítores de esperanza después de que le soltaran el chicharrón peludo en que quedó convertida la Selección por el escándalo de Gómez, hoy para muchos es un bruto, un novato y lo peor que le pudo haber pasado a la tricolor. Sí, ser técnico de Colombia se convirtió en una hoguera donde cualquiera se quema. Hasta una leyenda como él. Y acá voy a meter las manos al fuego. Claro, Leonel Alvarez está biche y no es lo mismo ser técnico en una eliminatoria que ser un técnico debutante exitoso en una liga mediocre como la nuestra (recuerdo que cuando ganó la estrella con el Medellín en su primer torneo como DT en propiedad muchos los compararon con Guardiola... seguramente los mismos acelerados que hoy dicen que es un animal: así somos). Como tantas veces se ha dicho, hay una distancia enorme entre ser entrenador de club y ser seleccionador y Leonel lo está viviendo en carne propia: se le nota en la demora en los cambios, en la forma en que se conflictúa para resolver las alternativas que le plantea el rival (lo de Agüero en el segundo tiempo, por ejemplo, fue determinante), en que trata de tener un equipo dinámico y vertiginoso en ataque como lo era su Medellín, pero sin el orden propio de la nómina que ha trabajado repetitivamente; en que quiere imponer su voluntad por encima de todo para demostrar que no es un 'nuevón'... pero lo es. Sin embargo, yo estoy con ese 'nuevón'. Admito que algo de mi fe en Alvarez pasa por su pasado como jugador, porque creo que es el mejor volante de recuperación que ha tenido la Selección y porque, no lo voy a negar, el tipo me simpatiza. ¿Cómo no va a querer uno al técnico más colombiano que ha tenido la Selección? Leonel, con su pinta estrafalaria, su reloj que parece un tejo, su melena ochentera, su hablado sabroso ("¡listo papito, si es ya es ya!"), su presencia en realities y hasta por su comercial de la 'Cruz de Gólgota' es lo más colombiano que existe. Pero obviamente eso no lo hace merecedor del puesto de técnico de la Selección. Y ahí está el meollo de esto: Leonel Alvarez no debió ser el seleccionador nacional. Él estaba haciendo una carrera como asistente, estaba aprendiendo las lides del banquillo de una selección, estaba conociendo el trabajo que seguramente heredaría después del 2014, pero las acciones desafortunadas de Hernán Darío Gómez que condujeron a su inevitable y justa salida (porque olvídese, un personaje de su peso no puede hacer lo que hizo y voy a argumentar siempre en contra de la violencia de género), sumadas a una terrible falta de gestión de la Federación en traer a un técnico mucho más experimentado, dejaron a Leonel de cara a un reto terrible pero totalmente atractivo: clasificar a la Selección a Brasil 2014. No sé usted en su profesión o su carrera, pero si a mi me ofrecen dirigir France Football o ESPN, por más buñuelo que sea acepto el reto con emoción, ambición y, por supuesto, esperando no meter la pata... aunque es más que obvio que la voy a meter porque soy joven, mi experiencia es local y, aunque sé que soy bueno, todavía me falta 'pelo pa' moña'. Por eso acá no hay que señalar a Álvarez, acá los directos responsables son los que lo nombraron. Sí, una vez más la culpa es de los dirigentes. Y ese "una vez más" no va sólo porque mi Blog parece que pudiese llamarse "Gotas de veneno para la Federación Colombiana de Fútbol", es porque de veras son los responsables. Hagamos una lista y veamos cómo los dirigentes son los que nos han dejado por fuera de los últimos Mundiales: - En 1999 le apuestan a una renovación total en la Selección, nombran al prometedor Javier Alvarez, técnico aplaudido por todos por sus campañas con el Once Caldas, y a pesar de una Copa América muy interesante, lo despiden a comienzos del 2000 por el 9-0 que nos dejó por fuera de los Olímpicos de ese año. No tuvieron el carácter para respaldarlo y lo "quemaron". - En reemplazo de Alvarez nombraron a Luis Augusto García, que afrontó la eliminatoria y, a pesar de ofrecer un pobre espectáculo, nos tenía clasificados cuando fue destituido en 2001. Su salida, orquestada por la presión de Francisco Maturana (en mi tierra le dicen 'cajonear') llevó al gran 'Pacho' al banquillo. Maturana ganó la Copa América (bien), pero desaprovechó los puntos conseguidos por el 'Chiqui' y no fuimos a Japón y Corea 2002 (muy mal). - A pesar de ese fracaso (porque ojo, hasta el momento Leonel no ha perdido sino un partido y hablar de fracaso es una exageración salida de toda proporción), Maturana siguió en su puesto y comenzó la eliminatoria a Alemania 2006. Con un solo punto en cuatro partidos los dirigentes se dieron cuenta de que habían perdido la oportunidad de generar un cambio y, con el camino empezado, sacaron a 'Pacho' y pusieron al joven y prometedor Reynaldo Rueda, que había hecho maravillas en las juveniles. La campaña de Rueda fue notable y no fuimos a la Copa del Mundo de 2006 por un punto (¡gracias Matu!). Aún así, los dirigentes prefirieron salir de él, no tuvieron carácter y lo 'quemaron' (¿dejá vu?). - En el lugar de Rueda pusieron al técnico de moda en el 2006: Jorge Luis Pinto, campeón con el Cúcuta. Pinto tuvo una catastrófica Copa América en la que se agarró con todos los jugadores referentes, pero aún así (y sin ellos) logró un muy buen arranque de eliminatorias. Sin embargo, los dirigentes no fueron capaces de mediar entre el técnico y los jugadores, y estos, aburridos de su forma de dirigir grupos, terminaron sacando al entrenador... ¿cuál fue la solución de los dirigentes? Hacerse los de la vista gorda con el empoderamiento de los jugadores, quemar al técnico y, de paso, quemar a otro técnico que también prometía: Eduardo Lara. - Analicemos el caso Lara. El pobre llegó a la selección mayor con el prestigio ganado en las menores, pero sabiendo que él no iba a mandar en el equipo. Su detestable frase "yo soy solo un empleado de la Federación", mostró desde el comienzo que en la tricolor iban a mandar los dirigentes, algunos empresarios y los jugadores. ¿Resultado? Otra vez eliminados de un Mundial (Sudáfrica 2010), otro técnico quemado y, sí señores, los dirigentes muy tranquilos y sin que les pasara nada. ¿No están mamados ya de que los dirigentes quemen técnicos, quemaran a toda una generación de buenos futbolistas (Juan Pablo Angel, Jairo Castillo, Miguel Calero, Freddy Grisales, David Ferreira, etc.), nos tengan sin saber qué es estar en un Mundial desde 1998 y, en últimas, no les pase nada? Yo sí, por eso sigo recordando sus errores: le apostaron a 'Bolillo' Gómez (hecho que critiqué desde el comienzo pero al que le tengo que reconocer que venía haciendo un trabajo interesante) y luego no supieron manejar la crisis de su agresión a una mujer y dejaron muy en claro que en ese comité ejecutivo nadie tiene carácter y que sólo importa el signo pesos. Porque en eso de firmar contratos con varios ceros sí que es bueno Luis Bedoya. En lo que no es bueno es en buscar a un técnico experimentado y su pésima gestión para contratar a Martino (algo inexplicable pues estaba sentado en un barril de dinero gracias al Mundial Sub-20 y los nuevos contratos con Telefónica y Home Center), lo dejó con la carta fácil de ofrecerle el puesto a Leonel que, como ya dije, inexperto pero entusiasmado, aceptó gozoso y sabiendo que corría el riesgo de cumplir la sentencia de todo técnico que acepte trabajar para nuestros dirigentes: quemarse. Lo peor es que los que mandan en nuestro fútbol muy seguramente van a terminar quemando a Alvarez. A esta hora, mientras yo escribo esta perorata y usted la lee, uno de los amos de nuestro balompié, uno que ya no tiene bigote, hace lobby con los patrocinadores de la Selección para que los que ponen la plata admitan de nuevo a Hernán Darío Gómez. Alvarez es el más inexperto de todos los técnicos que participan en la eliminatoria sudamericana y eso lo sabíamos todos cuando lo nombraron, absolutamente todos: desde los dirigentes (que supuestamente para ayudarle nombraron a Julio Comesaña quien, si no es escuchado por el DT debería aceptar que su puesto es realmente inútil), hasta los periodistas (sobre todo los que en estos días lo están volviendo pedazos, pero que el día de su nombramiento lo recibieron con apluasos y hablando de "aires de renovación"). Los hinchas, claro, no están para paciencia. Ellos (nosostros, porque uno también tiene su corazoncito) quieren que su Selección le gane a Argentina, que vaya al Mundial, que todos volvamos a celebrar, y con obvios motivos critican que el técnico tenga que aprender su oficio sobre la marcha. Porque es el colmo, es una tortura, pero así va a ser. A menos de que la Federación haga lo de siempre, queme a Leonel y nombre a otro (¿Bolillo otra vez? Ay dios...), nos toca aceptar que la mejor carta inmediata es esperar que en estos siete meses que nos separan de las próximas jornadas eliminatorias se trabaje mucho, se corrijan errores en el manejo de los tiempos del partido y que el DT adquiera cancha con su grupo de jugadores (que ya lo tiene) en múltiples amistosos que, eso sí, ojalá sean de peso y sirvan para algo. Porque si esa va a ser la carta (sería la mía, la verdad), por lo que hay que rezar es para que los señores de la Federación dejen de conspirar, pongan la cara, den un espaldarazo a la apuesta que hicieron sin mayor convicción hace un par de meses y busquen partidos amistosos serios, varios, para que Leonel pueda trabajar. Esos que hoy creen que Alvarez es el peor técnico del mundo se olvidan de que , antes de estos tres partidos oficiales, sólo había dirigido a Colombia en un par de amistosos que, como buenos juegos firmados por la Federación, fueron una payasada: Honduras y Jamaica. Y si los amistosos que va a tener Colombia en estos seis meses van a ser de nuevo contra equipos así, ni el técnico ni los jugadores van a tomarse con seriedad el proceso en el que hasta ahora se están metiendo. Pero bueno, eso no le importa de a mucho a los dirigentes. A fin de cuentas, mientras todos discutimos que si Leonel esto y que si la Selección lo otro, ellos siguen sentados en sus poltronas, afeitándose de vez en cuando sus bigotes y sabiendo que acá se quema a cualquiera después de usarlo. A cualquiera, menos a ellos... Si quiere que sigamos discutiéndolo en Twitter, sígame en http://twitter.com/PinoCalad PD: Mucho ojo a lo que pase estos días en el Once Caldas. El equipo ya debe más de dos meses y medio de salarios, incluso pagó la última quincena con cheques chimbos (¡qué tal este nivel de descaro por favor!), y si Coldeportes hace cumplir la ley y lo sanciona (como al Cúcuta, que sancionado y todo juega valiéndose de recursos legales), el blanco sería reincidente con lo que perdería definitivamente su reconocimiento deportivo y sería expulsado del campeonato... ¡Este tema está que arde!

  • Con 23 hombres y sin Camilo Zúñiga, el técnico de Colombia trabaja el once que jugará con Venezuela el viernes. Hay dudas en el ataque y el lateral derecho.

  • El delantero sueña con ser titular frente a Venezuela y jugar por primera vez con la selección Colombia en su ciudad natal.

  • Nueve jugadores se despertaron este lunes en la concentración de la Selección. A lo largo del día se unirán los restantes para una práctica a las 4 p.m.

  • Un gol al minuto 93 de Falcao García le dio una más que justa e histórica victoria a la Selección en La Paz. Primer gran golpe de la era Leonel.

  • La Selección viaja el lunes en la tarde a Bolivia para evitar que los 3.650 metros s.n.m. del Hernando Siles la golpeen. ¿La altura sí juega? Análisis.

  • Gol Caracol

    Resulta que Leonel Alvarez decidió que en su primer partido oficial como seleccionador de Colombia anunció que su único delantero titular será Teófilo Gutiérrez, y el cielo se le cayó encima: que es un cobarde pues a Bolivia hay que llenarlo, que hay chanchullo con el representante de Teo, que cómo va a ser tan bruto al ignorar a Falcao... yo, la verdad, estoy preocupado. Y no porque Leonel ponga a uno o a otro, sino porque no hemos empezado la eliminatoria y otra vez ese triunfalismo tropical colombiano se siente en el ambiente. Creo que somos así por las montañas. Es decir, estar geográficamente entre montañas te hacer sentir encerrado en tu terruño y creer que no hay nada más allá (si se mira bien es una explicación el por qué del regionalismo exagerado de antioqueños, santandereanos o nariñenses, mientras que la gente de las costas y los llanos es mucho más abierta... en fin, es una teoría), pero también tiene que ver el provincianismo de un país que durante 100 años estuvo cerrado política, económica y culturalemente al mundo y construyendo un discurso nacionalista para tratar de entender esa confusa sumatoria de regiones que tiene. Acá creemos que el español de Colombia es el mejor hablado del planeta, que las colombianas son las mujeres más lindas del mundo, que el Himno Nacional está de segundo en un inexistente ranking internacional de himnos nacionales, que como Colombia "no hay nada" en todos los aspectos, y por eso cuando un colombiano triunfa todos nos pegamos a su éxito como moscas a la miel (y a otras cosas): desde Gabriel García Márquez al que, sin haberle leído un cuento en la vida, muchos consideran el mejor escritor de todos los tiempos, hasta Juanes, el epítome del rock para el colombiano promedio (ay dios...), pasando por Shakira, "símbolo" de nuestras mujeres y "orgullo" de la nación, aunque claro, nadie comentó la columna del crítico de conciertos de El País de Madrid en la que decía que un concierto de la barranquillera es como una película porno con ropa (no mucha) y peor música... En deportes el fenómeno es aún peor y el mejor ejemplo es Juan Pablo Montoya. Su ascendente carrera en la CART y luego en la F1 convirtió a todo habitante de Colombia en un experto en automovilismo. Términos antes deconocidos como "pits", "boxes" o "chicana" entraron al lenguaje común de los colombianos de bien y, sin necesidad de que el presidente de la República lo firmara, declaramos enemigo nacional a Michael Schumacher, el "némesis" de nuestro JP... a Montoya dejó de irle tan bien, se fue para la Nascar y nadie volvió a transocharse para ver la carrera de Kuala Lumpur, por un lado, y por el otro nadie sabe cuándo hay carreras de la Nascar. Es más, la mayoría de las cientos de pistas de karts que se abrieron cuando Montoya estaba en la elite hoy son otra cosa. Por esa extraña necesidad de éxito nacional el país futbolístico fue hincha del Parma de Faustino Asprilla (¿todavía hay colomboparmesanos por ahí?), del Boca Juniors de Bermúdez, Serna y Córdoba, le hacía fuerza al Aston Villa de Ángel, al Porto de Falcao García, James Rodríguez y Freddy Guarín, y hoy tiene puesta la camiseta del Atlético de Madrid gracias a la llegada del 9 samario por 40 millones de euros. Así somos: buscamos la gloria que no nos ha dado la nación en nuestros compatriotas exitosos y, como los hay, y en una cifra importante, menospreciamos lo que creemos que es "menor" o no tan "grande" como los nuestro. La discusión sobre la titularidad de Teófilo Gutiérrez y la ausencia de Falcao García muestra eso: un desprecio enorme por Bolivia que lamentablemente me recuerda el menosprecio por Perú en la pasada Copa América. Pensar en que en La Paz es obligatorio salir a arrollar al rival, en que los vamos a golear o en que es un acto de cobardía jugar con un solo delantero es creer que el fútbol es como en la Play Station y que todos los equipos tienen que jugar como el Barcelona: ojalá, pero no, eso no pasa... ¡no seamos tan tropicales! El primer punto, aunque se menosprecie y se crea que el haber entrenado en Bogotá era la solución, es la altura. Como bien lo señala un muy buen artículo del Especial sobre la Eliminatoria a Brasil 2014 de Golcaracol.com y Elespectador.com, jugar en La Paz sí es especial: los 3.650 metros sobre el nivel del mar del Hernando Siles influyen sobre el organismo no preparado (y ahí estuvo muy bien la estrategia de entrenar en los 2.600 de Bogotá y viajar el lunes en la tarde a Bolivia: menos impacto, más oxígeno en la sangre). Pero no se trata sólo de lo que le pasa a tu cuerpo, las condiciones de juego cambian, la pelota es mucho más rápida y traicionera, y Bolivia sabe aprovechar todo eso cuando le dan la papaya para hacerlo (¿se acuerda del 6-1 sobre Argentina?). ¿Cómo contrarrestar ese plus del rival? Lo primero es el trabajo físico que, como se dijo, se hizo bien. Lo segundo está en lo táctico: defenderse en La Paz es un suicidio y todos en el continente lo saben; si juegas atrás los bolivianos te van a pelotear y van a explotar la media distancia con esa pelota endiablada. Y acá es donde uno debe aclarar que Leonel no va a parar, para nada, un equipo defensivo. Jugar con un solo delantero (en este caso Teófilo) no es defenderse cuando en el campo vas a poner punteros (Dorlan y James) y vas a tener dos volantes que lleguen de atrás (Guarín y Aguilar). El 4-1-4-1 tiene esa ventaja táctica como lo demostró la España de Luis Aragonés en la Eurocopa 2008: puede convertirse en un 4-3-3 para atacar y en un 4-5-1 para defender, pero por supuesto todo depende del trabajo y de los jugadores. Y acá siento mi posición: creo que hay una nómina importante de la que espero compromiso y un técnico joven y ambicioso del que espero inteligencia. Me parece que el pleanteamiento es inteligente: no se va a defender, pero no va a salir a atacar como loco regalándose: es un esquema para controlar el juego y quitarle la pelota al rival para así buscar ganar el juego. Pero volvamos al por qué Teófilo sí y Falcao no. Si se va a jugar con extremos lo más lógico es tener un 9 de área temible y, si bien Teo también lo es, el potencial de García en el juego aéreo y sus movimientos en el área son notables, algo supremamente valioso frente a una defensa que mostró debilidades en Montevideo frente a Uruguay. Pero jugar con el 9 del Atlético de Madrid (que ojo, a mi me parece un delanterazo y eso lo quiero dejar bien claro), implica jugar por arriba, tirar pelotazos, apostarle al choque... y eso en La Paz es peligroso, implica desgaste no sólo para el jugador sino para todo el equipo. En cambio, Teófilo es un tipo de delantero con mucho más dominio de la pelota, que perfectamente se puede retrasar para generar espacios y habilitar el despliegue de Dorlan y James por los costados, y que gracias a eso cumple mejor las funciones de pivote para la llegada de sus compañeros de atrás (Guarín, Zúñiga, Armero). Falcao es un tremendo 9, pero Teófilo es un jugador más completo, que te ofrece más alternativas de juego, y eso, en un partido en el que las condiciones son tan peculiares como en La Paz, es más valioso para el DT que la presencia de un 9 que fuera del área no puede darte más allá de su sacrificio (otra de las características para aplaudir de Falcao). Claro, un hincha no entiende esto. Un hincha ve en las noticias que Falcao hace muchos goles en la súper mediática Liga española y exige que el 9 tiene que ser titular, cree que es lo mismo ese club (o el Porto) que la Selección, no entiende cómo es que García no hace de a tres partidos cuando se viste de amarillo, y lo comprendo. Pero no hay que dejarse llevar por ese patrioterismo. Este martes comienza un camino largo y duro para llegar a Brasil 2014, y las oportunidades de clasificar no pueden ser mejores: hay cuatro cupos y un repechaje para nueve equipos, el Mundial es muy probable, pero si la Selección se descuida y, sobre todo, si los hinchas nos ponemos a creer que tiene que jugar como el Barcelona y que le va a ganar a todo el mundo así como así, otra vez nos vamos a quedar por fuera. No nos comamos el cuento cuando ni siquiera hemos jugador el primer partido. Veamos cómo le va a Leonel y a la Selección en su debut, veamos si la justificación táctica de la presencia de Teófilo tiene sentido en el campo (para mi en el papel lo tiene), analicemos cómo conduce el juego y qué variantes realiza frente a una Bolivia que necesita ganarnos sí o sí para salvar el año, y luego sí opinemos. Esa colombianada de ser triunfalistas antes de competir siempre nos ha salido caro y lo único que termina dejando es desinterés y decepción... sólo hay que preguntarle a los otrora hinchas de Juan Pablo Montoya. Sígame en Twitter: http://Twitter.com/PinoCalad

  • Gol Caracol

    Cuando todos empezamos a creer que un empate es un triunfo caemos en la pena de la mediocridad. La inferioridad no es solo el resultado porque cualquiera pierde, gana y empata. Se da por no confiar antes en la victoria. El rival es Bolivia, no solo el aire de La Paz. Si no se quiere entender que Colombia tiene a su favor un mejor precedente y jugadores más capacitados tendremos que resignarnos a no creer en nosotros mismos. Ese precisamente ha sido el resumen de nuestra historia, hacernos incapaces antes de tiempo y subestimar al contrario cuando nos creemos más. Lo primero está pasando para el juego inicial de las Eliminatorias. Sumar un punto ante Bolivia satisface los propósitos de muchos. Por fortuna, se perciben opiniones en contra del conformismo, voces que dicen que hay que salir a la cancha a vencer, sin timbrarle a la soberbia. No lo dude, derrotar a los bolivianos no es una hazaña irrepetible. Nadie es invencible y mucho menos un equipo que, según la FIFA, es hoy el 81 del planeta. Colombia, que tampoco es una panacea, está mucho más arriba (casilla 32) y debería hacer todo lo posible por ganar y no por empatar. La diferencia es notable. Marcelo Martins no es Falcao. Con Gustavo Quinteros al mando, Bolivia acumula seis derrotas y cinco empates. Dicha selección no gana hace catorce partidos, desde octubre de 2009, cuando venció 2-1 a Brasil, y casi no hace goles. Colombia, es cierto, sufre en sus visitas a Bolivia, se le va a veces el oxígeno y tampoco es una máquina goleadora. Asintió por demás el cambio de técnico a mitad de este camino y no recuerda triunfos recientes en Eliminatorias ante su enemigo deportivo de turno. No a domicilio. Para el Mundial de 1998 empató 2-2, para el posterior igualó 1-1, luego fue vapuleada 4-0 y para Sudáfrica 2010 se fue con un 0-0. Si no vamos al Mundial hace tanto tiempo (1998 ya es siglo pasado) es porque no ganamos. Tremendo cliché y obviedad es nuestro karma. Cuánto diéramos todos por comenzar ahora con una victoria ante el rival más débil de las Eliminatorias. En la altura no nos podemos hacer pequeños. Ojalá que en La Paz no empiece nuestra guerra interna. En Twitter: @javieraborda

  • El entrenamiento de este miércoles en la selección Colombia mostró una idea clara de trabajo del técnico Alvarez. En La Paz veríamos un equipo compacto, con una doble línea de cuatro, mucho trabajo en las bandas y, sí señores, dos delanteros.

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