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Recordando a Manuel Galarcio, o cuando el fútbol te da pena

Diego Latorre,  delanterazo del Boca Juniors de comienzos de los 90 y hoy uno de los buenos comentaristas del fútbol argentino, fue el protagonista de una entretenida entrevista de Emilse Pizarro en la revista del diario La Nación de Buenos Aires de la que quiero rescatar esta pregunta y su respuesta: "Hace más de treinta años que estás en el mundo del fútbol, ¿cómo mantenés el gusto por el juego en sí mismo con tantas cosas turbias alrededor? Me dejo sorprender por los jugadores, por los partidos. Vuelvo a ese estado primitivo en el que todo me causaba ilusión, porque si no, no puedo. Esta industria está tan alejada de lo que nosotros hemos vivido, de lo que piensa y siente un pibe cuando toca una pelota. Yo lo veo en mi hijo, está fresco. Si te ponés a analizar, más allá de que hay un camino, que es el de la profesionalización inevitable, el fútbol en sí sigue siendo el mismo. Lo que pasa es que uno ya no se maravilla porque sospecha de todo; la gente sospecha de los árbitros, de sus propios jugadores que quieren ir para atrás contra su técnico. Sospecha que son pechos fríos. A mí cuando un jugador controla la pelota y hace algo lleno de talento, imaginación, todavía me pasa que me gustaría hacerlo a mí. Creo que soy yo el que lo está haciendo. Vivo cuando yo hacía esas cosas. Un sombrero, una jugada, un gol... Esas cosas te quedan. Esa pasión no la voy a perder nunca". La verdad, hoy me gustaría tener ese entusiasmo de Latorre, hoy quisiera hablar del talento de Yimmi Chará, del gran momento de Daniel Bocanegra, de "lo bonito del fútbol", pero es que tantas cosas turbias alrededor me hacen decir simplemente que no puedo. Hoy, en vez de pensar en la emotividad de nuestro fútbol, me acordé de Manuel Galarcio. Tal vez usted no recuerde al recio defensa central que pasó por el Bucaramanga con su particular peinado y sus rústicas maneras, pero el tipo se hizo un nombre en las canchas por duro y fuera de ellas por su expediente judicial, que incluye porte ilegal de armas y el homicidio culposo de dos ciclistas a los que atropelló. Sin embargo, hay un capítulo oscuro y nunca explicado con el nombre de Galarcio que bien vale evocar. En el 2004 se jugaba la última fecha de los cuadrangulares de la Primera B y Valledupar, el equipo en el que Galarcio era titular, líder y uno de los capitanes, recibía a Real Cartagena. Cúcuta necesitaba una victoria sobre Alianza Petrolera para ser finalista y los cartageneros urgían de una goleada en tierras vallenatas para ir derecho a la final. Al minuto 85 el motilón estaba clasificando gracias a un 3-1 a sus vecinos de Barranca y al 0-0 en cancha valduparense, pero de pronto todo cambió y en menos de seis minutos la defensa que comandaba Galarcio recibió cinco anotaciones y el Real pasó a la final con un histórico e inexplicable 0-5. Por supuesto, no se puede probar que se arreglara el partido, es imposible para mi señalar que Galarcio y el Valledupar se "vendieran", pero lo cierto es que Real Cartagena pasó a la final, ascendió, y su primer refuerzo para el 2005 fue el defensa central Manuel Galarcio. Como dice el viejo y conocido refrán, "la mujer del César no sólo debe ser casta sino parecerlo", y nada de lo que pasó ahí se vio como casto. Con el tiempo se descubriría que Valledupar estaba bajo la influencia del paramilitar Jorge 40, que en unas grabaciones publicadas por la Revista Semana en 2007 dijo sin pudor que "ellos (los del Real Cartagena) conmigo tienen cierta gratitud" , y señaló que iban a llegar refuerzos provenientes del América (club en el que luego jugaría Galarcío, vea usted), pero bueno, no vamos a entrar en esos detalles... Lo más complicado de ser periodista es saber digerir la sobrecarga de información que recibes. La gente cree que porque uno trabaja en deportes se la pasa todo el día viendo fútbol y sí, es cierto, pero el fútbol no es sólo un programa de TV, es un negocio que en Colombia, y en muchos otros lugares, tiene oscuros y truculentos intereses detrás. Y eso, como dice Latorre, "está tan alejado de lo que nosotros hemos vivido, de lo que piensa y siente un pibe cuando toca una pelota", que a veces te abruma, te golpea en donde más duele: en la dignidad. Por eso te vuelves malpensado. Muy malpensado. En 2005, por ejemplo, me tuvieron que esconder en el baño del Diario Deportivo porque los "primos" de Aldo Leao Ramírez fueron hasta la oficina a sacarme una rectificación a las buenas o a las malas, y mientras mi entonces jefe Germán Blanco los calmaba, yo gritaba que me dejaran hablar con ellos (era joven, pendejo y alzado... salvo lo primero, sigo igual). ¿Qué había escrito yo? Una fuerte crítica al papel del entonces volante de Santa Fe en la final frente a Nacional, pues me había enterado de su preacuerdo con el club verdolaga y justo, casualmente, había bajado su nivel en el partido por el título frente a su futuro equipo. ¿Se vendió Aldo en esa final? No, no puedo demostrarlo, pero no se vio bien, como no se vio bien lo de Galarcio, o como no se vio bien lo de Germán Centurión, un desastre para el Pasto en el partido de vuelta de la final de Copa Colombia frente a Santa Fe en 2009, y en 2010 flamante refuerzo cardenal. Por eso tengo que decirlo de frente: no se vio bien lo que pasó el domingo en Barranquilla. Recapitulemos: se juega el descenso y por el juego limpio hay simultaneidad en los partidos de Uniautónoma y Fortaleza, lo que no deja de ser irónico pues en la fecha anterior también había drama, pero Fortaleza jugó el sábado por la noche y Uniautónoma el domingo por la tarde. Claro, ahí la seguridad de Bogotá pesó más que el juego limpio pues era peligroso tener a las barras de Nacional y Millonarios a la misma hora, pero tal vez si se hubiese optado por hacer partidos diurnos y no apostarle al rating del juego nocturno la cosa habría sido mejor. En fin... El caso es que se juega el descenso y en el segundo tiempo, cuando el empate en Barranquilla está mandando a Uniautónoma a la B, hay un apagón en las luces de oriental del estadio Metropolitano... No puedo afirmar que alguien recurrió al viejo truco de apagar el interruptor, maña que llegó a nuestro país junto a muchísimas otras desde Estudiantes de La Plata con Zubeldía en Nacional y Bilardo en el Cali; es más, bien vale la pena recordar que no es el primer apagón en el Metropolitano producto de la lluvia (el monumental aguacero de 2013 que hizo que el Colombia vs. Ecuador se suspendiera por hora y media tuvo aún más drama cuando antes de empezar el segundo tiempo las luces sufrieron un bajón). Es decir, es normal, pasa, pero no se ve bien que pase justo cuando el dueño de casa se está jugando el descenso. Tampoco se ve bien que el gol de Uniautónoma llegue cuando el partido de Fortaleza justo termina, y queda la suspicacia de Ricardo 'Gato' Pérez, presidente de los descendidos, quien dejó en el ambiente un mal sabor al recordar que el arquero del Huila, (Ernesto Hernández, un gran arquero, por cierto, al que poco esfuerzo se le vio en el gol de Michael Barrios), llegó a Neiva desde Uniautónoma. Pero ahí debo decir también que no se ve nada bien la falta de entrega y hambre de Fortaleza en sus recientes partidos. Es decir, ¿tiene en sus manos el salvarse del descenso y juega a no perder frente a Chicó y Pasto? No, no se ve bien. Menos cuando hace dos semanas te enteras de que el equipo está en venta, de que tuvo la posibilidad de irse a Itagüí (ya no va a pasar: el dueño de Águilas Doradas no da el aval para que jueguen en "su" plaza) y de que el nuevo comprador está más interesado en comprar al equipo en la B pues le sale más barato y más rentable. Es lo jarto de esto, a veces el fútbol te da pena por todo lo que está detrás de él. Por eso es buena la sentencia de Latorre. Porque es preferible pensar en el enorme talento de Aldo y en todo el fútbol que ha dejado en Santa Fe, Nacional, Morelia, Atlas y la Selección, que malpensar en su paso del rojo al verde. Porque a veces necesitas sólo pensar en el juego para volver a enamorarte de él y dejar atrás las sombras que lo amargan. En esas ando... Twitter: @PinoCalad PD. Celebro la sanción a Wilson Lamouroux, inexplicablemente árbitro FIFA, a quien decidieron suspender tras no sancionar un penal clarísimo a favor de Uniautónoma en su partido frente a Millonarios. Si el descendido hubiese sido el equipo barranquillero, el nombre del juez llanero hoy estaría en boca de todos por su pésimo comportamiento en un partido definitivo, pero no dejemos pasar la oportunidad para recordar qué mal juez es.

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