La investigación en la Corte Constitucional sobre acoso sexual es el reflejo de un fenómeno que ocurre en muchos sitios de trabajo en Colombia y en el que las mujeres son las más afectadas. Noticias Caracol conoció dos testimonios de trabajadoras violentadas y que callaron por miedo.
El primero es el de una mujer que trabajó en labores domésticas. Ella siempre trató de ponerle freno a un jardinero de la finca que la acosaba constantemente.
"El muchacho desde el primer día me miraba y me miraba. Cuando iba a la cocina a pedirme agua, siempre me rozaba. Yo le decía que por favor respetara, que manejara su distancia", recuerda.
A pesar de haberle contado a los dueños de la casa lo que sucedía, un día la situación se salió de control.
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"Me agaché y vi fue que me pusieron un arma en el cuello diciéndome ‘pensé que no te ibas a regresar’. Y yo le dije, hágame lo que quiera, pero no me vaya a matar que en mi casa me están esperando mis dos hijos. Me dijo, ‘no, es que no te quiero matar, solo quiero disfrutar’", cuenta con dolor esta mujer.
Por miedo, ella calló y nunca denunció.
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Otro caso es contado por la hija de una mujer que fue víctima. Recibió una oportunidad de laborar en una casa de familia, pero el jefe del hogar la convirtió en su esclava sexual.
Ocurrió en varias ocasiones hasta que ella quedó embarazada. Tampoco denunció.
Sin embargo, hay casos que sí han sido castigados, como el de Carolina Rozo, la fisioterapeuta que denunció acoso sexual por parte del entrenador de fútbol Didier Luna.
Es uno de los casos más sonados a nivel nacional y que tuvo fallo definitivo a favor de la víctima. Carolina levanta la voz por los nuevos casos denunciados en el país: “Quiero decirles a estas mujeres valientes que sigan adelante, que sigan luchando por sus sueños. Que el hecho de estar subordinadas a una persona que tiene poder sobre nosotras en un entorno laboral no significa que tengamos que pagar favores sexuales, ni significa que tengamos que ser vulnerables ante estas personas”.
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