El ritmo seductor de la champeta parece haber encantado hasta las milenarias culturas de la Sierra Nevada de Santa Marta, tal como lo evidencia el goce de estos indígenas.
Pero, el origen de esta música afro es escasa la carga erótica que tiene en algunos barrios de Cartagena, donde se promueve sobre todo entre la población infantil.
“No estamos en contra de ningún baile, ni ningún tipo de género musical sino efectivamente de aquellos actos sexuales que se están presentando”, aclara el concejal de La Heroica, Antonio Salim Guerra.
Por considerar que la práctica de este baile atenta contra las buenas costumbres y precipita a los menores a la actividad sexual, algunos concejales tramitan un proyecto para restringir este baile en instituciones educativas.
Publicidad
El abogado constitucionalista Luis Gutiérrez Gómez explica que “cuando un menor da su consentimiento para algo relacionado con sexo, la voluntad está viciada y la ley no reconoce esa libertad”.
El debate incluyó una sugerencia a las emisoras musicales para que no programen las champetas de crudo contenido sexual en horarios familiares.
Publicidad
Éver Luis Orozco, programador musical, advierte, por su parte, que no se puede “inculcar desde la niñez el doble sentido ni la vulgaridad en la champeta y mucho menos el vallenato”.
Los concejales que promueven el proyecto de ley insisten en que nada tienen en contra de la expresión musical, sino contra sus efectos entre los niños.