[flv image=http://blogs.golcaracol.com/muchaspelotas/files/2010/05/RamonJesurun050210COLa1.jpg]http://static.caracoltv.com/v/n/2010/05/cb41808019b2811cc536e6bb4ab098b6.flv[/flv]Acabar con la mediocridad en el fútbol nacional parece una quimera, pues el paladar ha estado a gusto en los últimos años con un torneo que, dicen, prima lo emotivo sobre la calidad, como si lo segundo fuera, acaso, menos importante. Sin embargo, algo positivo ha nacido de la obligación. En el actual campeonato, y sólo porque la FIFA exigió acabar los certámenes antes de lo normal por la disputa del Mundial, el título ya no se definirá en Colombia después de pasar por unos cuadrangulares semifinales irrisorios, a los que han clasificado conjuntos con rendimientos precarios, que rondan muchas veces el 50% o menos, para después dar la vuelta olímpica. Esto pasó, por nombrar un único caso, con Junior en el Clausura 2004. Fue octavo y después terminó campeón de un torneo hecho a la medida de los anodinos. Ahora, sólo serán los cuatro mejores conjuntos los que jugarán las semifinales (el primero enfrentará al cuarto y el segundo, al tercero) y los ganadores de dichas llaves irán a la final en choques de ida y vuelta, el 26 de mayo y el 2 de junio. Algo sensato y que nos queda a la medida. El campeonato debería mantenerse así como está, sin los susodichos cuadrangulares. No obstante, está previsto que regresen de nuevo luego de Sudáfrica 2010. Una liga como tal, en la que el título lo gane el primero de la tabla general, no es bienvenida en Colombia porque la premisa es tener más conjuntos vivos en la mayoría de fechas posibles para que no se afecten la situación financiera de los equipos y las taquillas, a pesar de que superar los 15 mil espectadores sucede máximo en tres partidos por fecha. Sí es verdad que es más bonito para el hincha ver a ocho equipos en las semifinales porque hay más aficionados pensando en la contienda. Pero eso no le hace bien al fútbol y sí acostumbra a los ‘clubes’ y a la gente a nadar en la imperfección, en el acomodo, en la complacencia inicial para después sí desear ser los mejores. El problema del fútbol colombiano radica en gran parte en premiar la mediocridad por sobre la calidad desde el mismo sistema del torneo. Pero también tiene su raíz en el cambio constante de la forma de jugar el campeonato. Somos buenos para inventar. Se han jugado torneos nivelación (1995-96); los partidos empatados de toda la temporada se definieron en penaltis en 1998; se armó un triangular fantasma para ascender a un equipo a Primera División (2001); hubo cuadrangulares finales (1994) y semifinales (como los actuales); bonificaciones de distintos tipos y muchos otros cambios como, por ejemplo, que de 1992 a 2002 un total de 16 equipos participaron en el torneo y desde entonces hay 18. Hace poco se habló de la posibilidad de ampliar el número a 20 escuadras… Estamos viviendo hoy en día un nuevo formato que se debe mantener. Si bien representa una modificación más en el sistema, sirve para enterrar a los malos equipos y para recompensar las buenas campañas. Permitir la clasificación de ocho conjuntos a las semifinales, de 18 que están en competencia, es poco loable. Con la venia del ejemplo, es como preferir a cinco mujeres sin gracia por cantidad y no a una sola por su propiedad.
Actualizado: enero 25, 2017 02:40 p. m.