Pocas semanas como esta para hablar de "Dimayoradas". Para los que desconozcan de qué se trata el término, el año pasado en este mismo Blog se definió como "esa situación increíble, ridícula o absurda que sucede en el fútbol profesional colombiano”, y si bien es algo que se ve casi todos los días (o al menos en todas las fechas), en esta semana tuvimos una especie de 'jackpot', de 'pleno al gordo', de 'racha' de Dimayoradas que nadie, ni uno que es bien malpensado, habría imaginado juntas. "El que juega es el futbolista, no el número", me dijo un integrante de la Comisión Arbitral cuando lo llamé a preguntarle qué iba a pasar con esa Dimayorada deliciosa en la que el cuarteto comandado por el árbitro Wilmar Roldán permitió que José 'Ringo' Amaya jugara el Quindío vs. Patriotas con dos números diferentes: el primer tiempo con el 6 y el segundo con el 9. El 'Ringo', sin saberlo, pues fue el utilero de Patriotas el que se confundió y le pasó el uniforme, hizo algo que nadie puede hacer: desde el más humilde torneo de barrio a la Copa Mundial de Fútbol todos los jugadores tienen un número que los distingue, con el que los inscriben y con el que se llenan las plantillas arbitrales que luego se le pasan a la organización. El fútbol profesional colombiano no. Es delicioso. Es decir, si Roldán se hubiese confundido y en el primer tiempo le saca tarjeta al 'Ringo' y anota en su tarjeta "Amarilla al 6", y en el segundo Amaya mete un patadón y el juez pone "Amarilla al 9", el jugador habría seguido jugando porque, según los datos del árbitro, no merecía la roja. Pero tranquilos, "el que juega es el futbolista, no el número"; así que los invito a tratar de jugar en sus campeonatos universitarios o empresariales con dos números diferentes por partido a ver si los reglamentos del fútbol aficionado son tan permisivos como los de la Dimayor en donde, además, en un partido unos juegan con un número y otros con otro, según el antojo del futbolista que, sin necesidad de permiso del torneo, en esta fecha juega con el 7 en la siguiente con el 150 porque quiere celebrar el aniversario de fundación de su pueblo, el número de goles que ha marcado o cualquier cosa. Esa Dimayorada, magnífica y ridícula, fue seguida por la del técnico del Junior, Alexis García, que insiste y se ratifica en que el Twitter tiene mucho que ver con que su equipo acumule siete partidos sin ganar. “Cada minuto del entrenamiento sale en Twitter y al rival le queda muy fácil conocer el equipo y saber cómo uno juega. Técnicos de otros equipos me han dicho que ya saben cómo vamos a jugar y eso hace mucho más difícil mi labor", dijo Alexis, un tipo que siempre me ha parecido un gran trabajador y que con Equidad dio muestras de ser un muy buen DT, pero que apeló a la excusa más chimba del universo para trabajar a puerta cerrada. Es decir, ¿Twitter es responsable de las flojas contrataciones de Junior y de los errores individuales de jugadores y cuerpo técnico? García está en todo su derecho de trabajar a puerta cerrada, como todos los técnicos (a ver, Pékerman lo hace con la Selección), pero la excusa no puede ser que no quiere que se publiquen informaciones sobre el equipo Twitter. Si fuera por eso, tendría que haber gestionado ya mismo que se cerrara la cuenta oficial del club, que es la encargada de informarle al mundo qué ha hecho el equipo a lo largo de un día, quiénes se lesionaron y cómo van las cosas. ¿Hay acaso más información en Twitter que la que se consigue sobre Barcelona, Real Madrid o Manchester United? Todo el tiempo, todo el día, se habla de posibles formaciones, se cuenta quién hizo qué, se tiran rumores sobre lesiones y traspasos, se juega con posibles alineaciones... y yo nunca, NUNCA, he leído o visto que sus técnicos digan que perdieron un partido por Twitter. Alexis, tampoco se puede demeritar el trabajo del rival que sabe cómo aprovechar las debilidades del Junior... ¿o es que se necesita una cuenta llamada @SamuelVanegasEsLento para saber que si le pones un delantero con velocidad al central tiburón lo vas a volver un ocho? Pero esto no es nada. El miércoles, mientras Millonarios cumplía con otra Dimayorada ya constante y patentada (esa que dice que los clubes colombianos fracasan en los torneos internacionales... haga memoria, Cúcuta y Millos son los dos únicos con semifinales coperas en siete años. Ojalá Tolima y Santa Fe acaben la maldición), América jugaba un partido amistoso con Nacional. El motivo era la celebración de los escarlatas por haber salido por fin de la Lista Clinton, un purgatorio para las finanzas del club por haber tenido detrás durante tantos años los dineros de Miguel Rodríguez Orejuela (Vea acá la historia del América y el Cartel de Cali ). Era un día especial, un día para decirle al mundo que por fin el América dejaba atrás la sombra del Cartel de Cali y que ya estaba limpio, que empieza de cero, pero en la transmisión web del partido, organizada por el propio club a través de sus diferentes redes, el narrador (que me disculpo, no sé quién es), de pronto dijo: "Va un saludo especial para los Rodríguez Orejuela que nos están viendo desde Estados Unidos por internet"... ¿Así o más inportuno? Eso, literal, es una Dimayorada. Pero la semana cerró a lo grande en términos de Dimayoradas. El jueves el Boyacá Chicó salió a cobrar en todas partes con que un juez había revocado la sentencia a favor de Yhonny Ramírez, quien le puso una tutela al club para que le permitiera ejercer su derecho al trabajo y así poder firmar con Millonarios. "El día de hoy yo pienso que ganó el fútbol en Colombia y la institucionalidad. Quedó demostrado que el Boyacá Chicó siempre ha actuado de acuerdo a la ley. Los argumentos que presentaron Millonarios y el jugador Yhonny Ramírez para demostrar su renuncia al Boyacá Chicó quedaron totalmente desvirtuados y hoy el Juzgado Dieciocho Laboral revocó el fallo proferido por el Juez Segundo Laboral de pequeñas causas en Bogotá", me dijo el presidente ajedrezado Ricardo Hoyos en Blu Radio. Sin embargo, cuando uno mira la sentencia, lo que se encuentra es que el juez dice: OK, ya el señor Ramírez está trabajando, con autorización firmada por la Federación además, así que no tiene sentido la tutela anterior y ahora un tribunal laboral debe decidir para dónde van los $500 millones que paga Millonarios por el préstamo del futbolista. Esa plata va para el dueño de los derechos deportivos del jugador y ahí está la disputa: Ramírez dice que son suyos, porque renunció con justa causa al Chicó (el tema de seguridad social es el arma fuerte de su caso), y el Chicó dice que le pertenecen porque no ve como válida la renuncia del futbolista. Pero en Chicó celebran y dicen que ahora "pasamos ya a la Federación Colombiana de Fútbol y a la Dimayor para que ellos resuelvan este tema, lo que va a suceder con el jugador y con Millonarios, con el convenio deportivo y si acarrea alguna sanción deportiva y económica al club y al jugador", cuando en el fallo del juez no dice nada de eso y está claro que el que tiene que resolver el tema es un juzgado laboral. Pero bueno, no le vamos a pedir a los dirigentes del fútbol colombiano que sepan interpretar la ley... es decir, no olvidemos que este es el único torneo en la historia del fútbol en el que un empate se resolvió con un punto para el visitante y cero para el local, y si se hace libre interpretación del reglamento, ¿cómo será con el código laboral? En Twitter: @PinoCalad
Actualizado: enero 25, 2017 12:09 p. m.