“No quiero que piensen que estoy loco”, dijo luego de que su historia se hiciera viral. No fue solo porque le pareciera feo el dibujo.
Los hechos se remontan al año 2017, en Mendoza, Argentina.
El joven, que en ese entonces tenía 19 años, se había hecho un tatuaje en el antebrazo derecho.
Una semana después, dijo al hablar con Infobae, decidió hacer parte de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), pero algunos conocidos le dijeron que no lo aceptarían con ese grabado en la piel.
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Fue ahí cuando empezó a buscar en internet cómo borrar la marca. "No me había gustado como quedó”, agregó.
Probó con piedra pómez sin resultados y encontró otra opción, un rallador de queso.
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“Me dolió y sangró muchísimo. Tenía que vendármelo constantemente y colocarle desinfectante y antiséptico. A la semana fui a un hospital y me dieron la vacuna antitetánica”, reconoció ante el medio.
“No se lo recomiendo a nadie”, matizó.
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