Presidentes de ambos países llegaron a Amboise, el sitio donde pasó los últimos tres años de su vida. En Roma exhiben cinco de las máquinas voladoras que ideó.
El mandatario francés, Emmanuel Macron, y el italiano, Sergio Mattarella, homenajearon al genio Leonardo Da Vinci con un acto conjunto.
Acudieron en primer lugar a la capilla de Saint-Hubert, construcción de estilo gótico en la que reposan los restos del polifacético pintor, arquitecto, científico, escritor, escultor e ingeniero.
El artista florentino (1452-1519) llegó a Amboise bajo el amparo del rey Francisco I y se instaló en el castillo-mansión Clos Lucé, lugar al que también se dirigieron Macron y Mattarella.
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Ese edificio conserva todavía mobiliario de la época, como su cama o su escritorio, junto con manuscritos y planos de sus ingeniosos inventos, como el tornillo aéreo, el tanque y la ametralladora.
"Muy contento de recibir al presidente Mattarella para honrar la memoria de Leonardo da Vinci con motivo de los 500 años de su desaparición. Es ese vínculo de unión histórica y cultural que une Italia y Francia", dijo el jefe de Estado francés en Twitter.
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Su presencia en Amboise, en plena región del Loira, es el acto más destacado del programa de conmemoraciones ‘¡Viva Leonardo da Vinci! 2019’, que desde el pasado febrero y hasta noviembre organiza también exposiciones, obras de teatro o espectáculos en torno al artista y el legado del Renacimiento en la zona.
La visita incluye un encuentro con cerca de 500 jóvenes franceses e italianos en torno a algunas de las artes exploradas por Da Vinci en sus investigaciones.
Un taller de arquitectura animado por el arquitecto italiano Renzo Piano, otro de literatura en manos del escritor Alessandro Baricco o uno sobre el espacio con la participación del astronauta Thomas Pesquet formaron parte de las conmemoraciones.
La aparición conjunta de Macron y Mattarella sirvió además para subrayar la amistad entre ambos países, tras meses de tensiones entre el Ejecutivo francés y el Gobierno populista italiano, principalmente por divergencias en materia migratoria.
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Ese distanciamiento, que supuso la crisis diplomática transalpina más grave desde 1945, llevó en junio a la convocatoria del embajador galo en Italia y a la anulación de la visita a París que tenía prevista el ministro italiano de Economía, Giovanni Tria, el día 13 de ese mes.