Abdelaziz Bouteflika renunciará antes del 28 de abril, fecha en la que culmina su mandato, y dejará el país.
La noticia fue difundida a través de un comunicado oficial de la Presidencia en el que se explicaba que antes el mandatario, de 82 años y gravemente enfermo desde 2013, "deberá adoptar medidas importantes".
"Medidas destinadas a garantizar la continuidad del funcionamiento de las instituciones estatales durante el período de transición que se abrirá en la fecha en que decida renunciar", argumentó.
Según la Constitución, ese periodo de transición deberá ser tutelado por el presidente del Senado, Abdelkader Bensalah, quien deberá convocar elecciones presidenciales en un plazo de noventa días.
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El anuncio de la renuncia cumple las expectativas de una parte de la población, que desde finales de febrero sale cada viernes a la calle de forma masiva para exigir la salida del mandatario, al que no se ha visto en público desde que el pasado 11 de marzo regresara de Suiza tras dos semanas ingresado en un hospital.
Pero supone un golpe para aquellos que exigían también la caída del círculo de poder que le protege y maneja, al que recriminan la corrupción y responsabilizan de la grave crisis económica nacional.
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"Es una declaración que ha llegado muy tarde. Esperábamos su dimisión y no su intención de dimitir. Todo esto es para ganar tiempo hasta el 28 de abril y seguir robando lo poco que queda", dijo un joven vendedor que prefirió no identificarse.
A su lado, en la plaza de la Grand Post, bajo la lluvia tenue y el sonido alegre de algunos cláxones, compartía opinión Usama Bubekar, estudiante de bachillerato que ha participado en las manifestaciones.
"Estamos preocupados. Es una situación que nos afecta porque no sabemos lo que nos deparará el futuro. No se trata solo de Bouteflika, sino que es todo su clan el que tiene que dimitir antes. No se puede decir que sea una noticia, no hay nada nuevo", recalcó con pesimismo.
Las protestas arrancaron el pasado 22 de febrero con un objetivo definido: forzar la renuncia de Bouteflika a ser reelegido para un quinto mandato consecutivo en las presidenciales previstas para el 18 de abril.
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Tres semanas después, y en un primer intento para contener la crisis, la presidencia emitió un decreto en el que el mandatario renunciaba a su candidatura, se aplazaban los comicios y se ordenaba la creación de un gobierno de transición liderado por el ministro de Interior, Nouredin Bedaui.
Empoderada, la calle pidió más: calificó la decisión de argucia, se negó a negociar con Bedaui la composición del Ejecutivo de concertación nacional y redobló las manifestaciones para exigir la caída del círculo de poder que gobierna entre bambalinas.
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Abocada a un callejón de estrechas salidas, la situación comenzó a dar un giro la semana pasada después de que el jefe del Ejército, general Ahmed Gaïd Salah, propusiera la aplicación del artículo 102 de la Constitución, que permite inhabilitar a Bouteflika, sugerencia que fue nuevamente rechazada el viernes en las calles.
Apenas 24 horas después, el general, uno de los más firmes apoyos del presidente y miembro de su círculo más estrecho redobló su apuesta y denunció una supuesta conspiración contra el Ejército de parte de "fuerzas extraconstitucionales" que no identificó.
En este marco, el domingo se dio el primero de los pasos hacia la renuncia de Bouteflika: en otro decreto, la Presidencia reveló la formación del nuevo gobierno de transición que ya no podrá ser renovado y que lideran el exministro de Interior, Nouredin Bedaui, y el propio Gaïd Salah.
Una transición tutelada por el llamado clan Bouteflika contra la que se ha expresado la calle en las últimas semanas.
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La noticia de la renuncia coincidió este lunes con un anuncio de la Fiscalía en el que informaba de que abrirá una investigación para perseguir la corrupción endémica que sufre el país y la evasión de capitales al extranjero.
Además, se publicó una lista con una decena de empresarios a los que se ha vetado la salida del país, entre ellos al antiguo líder de la patronal de empresarios argelinos (FCE), Ali Hadad, a su hermano Omar y al vicepresidente de la organización, Mohamad Bairi.
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Ali Hadad, que dimitió la semana pasada, fue detenido en la madrugada del domingo en un paso fronterizo cuando trataba de viajar en Túnez.
Junto a ellos, también se ha impedido abandonar el país a tres miembros de la familia Kouninef, considerada mecenas de Bouteflika, y a cuatro de la Tahkout, a la que se considera protectora económica del mandatario en los años en que este debió huir.