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La historia de los hermanos Ortega: cada día recorren 8 km para buscar sustento

El menor de los hermanos Ortega empuja la silla de ruedas de su ser querido, a quien ha cuidado con abnegación durante los últimos 20 años. “Estamos los dos solitos”, cuenta.

Así es la vida de los hermanos Ortega: cada madrugada recorren 8 km para buscar sustento

Por la avenida Guayacanes, en la localidad de Bosa, sur de Bogotá, el Ojo de la Noche se encontró en la madrugada a los hermanos Ortega. El menor empujaba la silla de ruedas del mayor, que sufrió poliomielitis y no puede moverse. Don Fabio, de 65 años, le contó su conmovedora historia a Edward Porras.

Estamos los dos solitos. Prácticamente ya la otra familia, como dice el cuento, está uno ya viejito, es rarito el que le colabora a uno”, decía uno de los hermanos Ortega que avanzaba empujando la silla de ruedas de José Humberto Ortega, de 68 años.

Su recorrido es el mismo cada madrugada: recorre 8 kilómetros a pie desde el barrio Las Margaritas, en la localidad de Bosa, hasta la central de alimentos de Corabastos, en Kennedy.

Don Fabio cuestiona que haya gente a la que “le da hasta pena salir, ‘no, que porque es enfermo, que porque es discapacitado’, le da pena sinceramente sacarlo. No, una persona de esas también necesita, porque ellos también tienen sus cinco sentidos para sacarlos, para que caminen, que oigan ruidos al menos, ¿no?”.

Los hermanos Ortega nacieron en el municipio de San Juan de Rioseco, Cundinamarca. Su madre era quien llevaba las riendas del hogar y la enfermedad de su hermano, pero al fallecer fue Fabio quien decidió dejarlo todo, menos a su querido José.

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Dice que “tuve una señora, pero ya usted sabe que me puse a ver por él (mi hermano) y ya muy brava, y ya solo problemas, entonces pailas”, por lo que se quedó velando por su compañero de vida.

¿Reciben alguna ayuda?


Los hermanos Ortega reciben el auxilio de adultos mayores que da el Gobierno nacional, pero según don Fabio esto es insuficiente porque el dinero no alcanza para tanto gasto y, aún más, con un hermano en condición de discapacidad.

Recibimos 260 mil pesos de los dos. Es una bendición, pero eso no alcanza para nada, sinceramente. No más en comidita y todo, y los servicios. Eso alcanza no más como para los servicios y tiene que rebuscarse uno para el arriendo y todo”, recalca.

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Lamenta que su hermano esté postrado en la silla de ruedas. “Él pudiera tomarse cuando fuera un vaso de agua él solo, pero no puede hacer nada. Él no puede ni mover un brazo para coger un vaso de agua ni nada. A todo momento me toca andar con él”, comenta.

Mientras tanto, seguirá viviendo por su hermano mayor, sin importar el frío ni las largas caminatas que tiene que hacer por unas monedas. Un ejemplo de vida, un ejemplo de familia, un ejemplo de amor por los suyos.

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