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Pescador que encontró piezas de oro azteca está a punto de perder todo

Raúl Hurtado, pescador que encontró hace 38 años piezas de oro azteca. Foto de AP
Raúl Hurtado, pescador que encontró hace 38 años piezas de oro azteca. Foto de AP

Él es un pescador legendario por la zona costera de Veracruz, pues fue quien encontró piezas de oro azteca enterradas en la playa hace casi cuatro décadas y ahora se gana la vida vendiendo pescado desde un humilde negocio.
Hoy en día, Hurtado de nuevo es tema de conversación, pues está en riesgo de perder su modesto trabajo en una pequeña playa llamada Punta Gorda. El Gobierno tiene planes de ampliar el puerto de Veracruz y convertirlo en uno de los principales centros de carga de mercancías de México, por lo que Hurtado y docenas de otros pescadores y comerciantes podrían perder su exiguo modo de sustento.
Es el giro más reciente en una vida tan dispar que algunos se preguntan si Hurtado es el pescador más afortunado o más desafortunado en la historia.
"Fue una historia que nos impactó por días y meses", comenta Enoch Rodríguez, un habitante de Veracruz. "Pero también era triste".
Oro azteca
Hace 38 años, Hurtado descubrió lo que se ha apodado "las joyas del pescador" cuando pescaba pulpos en el Coral de Enmedio. Vio que algo brillaba en la arena y al examinarlo vio que era un lingote de oro, que estaba ahí debido a un antiguo naufragio.
Hurtado, hoy de 64 años de edad, dice que regresó al mismo lugar un año después, en 1976, "cuando volví a encontrar otro pedazo igual enterrado, estaba más grande la barra y a la hora de jalarla empecé a mover la arena con la mano y fue como empezaron a salir todas las joyas. Estaba todo junto".
Todo junto fueron 42 piezas de joyas precolombinas, entre ellas brazaletes, pendientes y adornos.
Hurtado desconocía el valor y la importancia de lo que tenía en las manos. Vendió unas joyas aquí y allá para poder comprarse una cama y reparar el techo de su vivienda.
El resto lo guardó. Los habitantes veteranos de Punta Gorda recuerdan cómo los hijos de Hurtado ataban los lingotes de oro a unas cuerdas y las jalaban por la playa como juguetes.
"Ahora me dicen que las joyas tienen un valor incalculable y que fue un bien para la nación. Para mí eran como juguetitos", comentó Hurtado.
La vida se le oscureció cuando un conocido de Hurtado lo reportó a las autoridades, que confiscaron los artefactos y lo acusaron de "saqueo a la nación". El pescador dice que los guardias le dieron una golpiza y lo acusaron de ladrón, y se llevaron algunas de las reliquias. Estuvo encarcelado más de un año.
La Corte Suprema de México lo absolvió en 1979, al determinar que él no sabía que los artefactos eran un tesoro nacional ni que era deber suyo reportarlos. "La ignorancia, el no saber leer y escribir fue mi delito", dijo.
Hoy la autoridad portuaria le está ofreciendo empleos a Hurtado y a los demás vendedores de pescado a cambio de que dejen la playa para permitir la construcción. Hurtado dice que ya está muy viejo para trabajar en algo nuevo.
Por ello, hizo un llamado al presidente Enrique Peña Nieto para que suspenda las expulsiones, y varios grupos ambientalistas lo han apoyado, afirmando que las nuevas instalaciones serán nocivas para los arrecifes de la zona. El caso está en manos de un tribunal.
Hurtado dice que ha conseguido una nueva vida tras haber hallado y perdido el tesoro. Se casó con la madre de sus siete hijos en una iglesia, y ha podido mantener a su familia con los escasos ingresos que obtiene por su actividad comercial.
Las piezas de oro están hoy en día en el Museo del Baluarte de Santiago en Veracruz. La exhibición ni siquiera menciona a quien lo encontró, sino que dice que el tesoro fue "decomisado a un pescador que las encontró en el fondo del mar".
"Fue un hallazgo dicen que grandísimo, pero francamente para mí no es nada", dice Hurtado.
Veracruz, México

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