Doña Margarita Aguirre de Arias tiene 68 años de edad, se dedica atender su tienda y nunca ha quemado algún elemento explosivo en su vida.
Con tristeza y resignación cuenta cómo por culpa de uno de esos artefactos perdió tres dedos de la mano izquierda.
“Salí con ella a tirarla por la ventana y cuando la solté me voló el dedo por allá lejísimos”, relata doña Margarita.
Sucedió cuando ella salió de su casa al andén para barrerlo, como lo hace normalmente, y se encontró un elemento explosivo, no sabía de qué se trataba, lo confundió con una veladora y cuando la encendió, fue que se presentó el accidente.
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Fernando Montes Zuluaga, médico epidemiólogo dice que la abuelita “tuvo una lesión en la mano por artefacto explosivo, teniendo lesiones en dedos, falanges, nervios y lesiones y que requirió atención en un centro especializado”.
Paradójicamente, afuera de la casa de doña Margarita hay un muñeco de año viejo, quizá con pólvora.
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En lo corrido del mes de diciembre van 21 casos frente a 77 del año pasado, una disminución del 72 por ciento.