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El extraño caso de un gato de dos cabezas que nadie quería tener en un remoto pueblo de Antioquia

Fotos de gato: Jorge Henao.

El rumor de su existencia formó corrillos en el parque de Amalfi. El minino pasó por tres personas pero nadie quería conservarlo.
Los hechos ocurrieron en la mañana del pasado lunes frío en este pueblo del nordeste antioqueño, cuando un forastero llegó al parqueadero de Jorge Henao, con un paquete en la mano.
No eran más de las seis de la mañana y la gente iba y venía con bultos en busca de un bus, una chiva o jeep que le llevara a un pueblo vecino, a una vereda o a Medellín.
El forastero, que vestía como un campesino de la región, abrió el paquete y pronto un grupo de curiosos lo rodeó. Tenía un misterioso animal que no se movía, de no más de cinco centímetros, que parecía más el feto de un ternero que lo que realmente era.
Finalmente el hombre reveló que se trataba de un gato que había nacido esa madrugada y que, como sus dos hermanos, murió poco después. La madre, una gata que creció en la finca del hombre, ya había dado en años anteriores una camada grande, pero todos sanos.
-Si se fijan bien tiene dos cabezas –dijo el forastero. La atención aumentó y muchos tomaron fotos al cuerpo con el cordón umbilical aún adherido.
La curiosidad que había despertado el cadáver del gatico pronto terminó por el afán de los viajeros.
Jorge Henao se quedó con el cuerpo. Decidió llevarlo, en su rato de desayuno, al colegio más grande de Amalfi donde había un laboratorio, para que lo examinaran y experimentaran con él.
“Llegué al colegio Eduardo Fernández Botero, pero no me lo quisieron recibir porque dizque no tenían como mantenerlo”, afirma Jorge, quien metió el cuerpo del gatico en un frasco y se devolvió para el parqueadero.
Quien atendió en la escuela a Jorge Henao fue la profesora de ciencias naturales Adriana Mesa Gil, quien manifestó sobre el caso: “Me dio mucha curiosidad. Miré bien el gatico y hasta me pareció lindo, parecía vivo. Nunca en mi vida había visto un gato con dos cabezas. Finalmente decidimos no quedarnos con el cuerpo porque no tenemos el aldehído para conservarlo”. Esto pese a que muchos alumnos, de repente, mostraron interés en abrirlo.
Finalmente la profesora sugirió llevarlo a la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria, Umata. Allí de seguro los veterinarios de la Alcaldía le sacarían provecho.
Para entonces, todo aquel que se topaba con el administrador del parqueadero aprovechaba para tomarle con el celular una foto al fenómeno, incluso un periodista publicó el inusual hecho en una popular página web y en Facebook, lo que hizo que la noticia se propagara.
Fue así como Maricela Escobar Díaz, secretaria Desarrollo Rural del pueblo, se enteró del caso.
“Así es, hoy (lunes) alguien llegó hasta la alcaldía con el animalito, una verdadera curiosidad. Hablamos con los veterinarios de la Umata y manifestaron que nunca antes había visto algo así en un gato”, manifestó la funcionaria a este medio.
Antes de ver el cadáver del gatico, Andrés García Carbajal, técnico veterinario de la Alcaldía, ya sabía de su existencia. Lo supo cuando pasó por el parque del pueblo, junto a la iglesia, y escuchó a varias personas hablar sobre un extraño caso: en el pueblo había nacido un gato con dos cabezas.
Incluso, lo recuerda bien, una mujer de edad afirmó que el hecho de que un animal haya nacido con malformaciones era cosa del diablo y del mal. “Se trataba de una mujer muy religiosa del municipio”, comenta el perito.
“En efecto, a eso de las 9:30 de la mañana llegó un señor con el gatico. Aquí lo examinamos y procedimos a conservarlo con formaldehido. La malformación pudo haber sido por factores ambientales, físicos, o alimenticios al momento de la gestación de la madre. Es realmente un caso muy raro”, asevera el veterinario.
Y añadió: “Nos estamos contactando con la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Antioquia para hacer la donación del animal y que determinen qué fue lo que causó esta mutación”.
Ahora el cadáver del gato reposa dentro de un frasco en la bodega de la Umata, a la espera de un experto que determine las causas de su inusual malformación.

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