Este es uno de los seis municipios del norte del Cauca que sufrieron todo el rigor del conflicto. Hay optimismo, pero esperan proyectos que aún no llegan.
En Caloto, la esperanza se abre paso en medio de los obstáculos que vive el proceso de paz un año después, pese a que la confrontación, según sus habitantes, ha disminuido en un 90 por ciento.
“Está temblando también dentro del Congreso porque los congresistas están jugando con la paz de nuestros municipios, de nuestros ciudadanos, de nuestros campesinos, indígenas y afrodescendientes que vivimos en la zona rural”, afirma Gerardo Barona, del Movimiento de Reservas Campesinas.
Ya no hay tomas guerrilleras y tampoco ataques armados a la fuerza pública, pero las inversiones aplazadas durante años aún no se ven, pese a que Caloto es municipio priorizado para inversión por los efectos del conflicto.
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“Que esta paz que estamos gozando también venga acompañada de inversión social, de equidad, de justicia, y que todos los caloteños puedan sentir que, de verdad, el hecho de que se haya firmado el acuerdo de paz con las FARC traiga beneficios a nuestro territorio”, dijo María Liliana Ararat, alcaldesa de Caloto.
Aún algunos habitantes prefieren no referirse al tema, pero otros creen que la vida es distinta. “No hay tanta violencia. Ahorita vivo más tranquila”, dice Luz Eneida Tombé, habitante de Caloto.
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Gran parte de las edificaciones de Caloto son patrimonio histórico. El municipio tiene una gran vocación turística, uno de los renglones que esperan se pueda potenciar para crear no solo nuevos empleos, sino también conseguir una transformación definitiva.