Varios de ellos le revelaron a Noticias Caracol que creen que hay micrófonos en sus despachos. Esto en la antesala de decisiones trascendentales para el país.
La más candente sala plena de la Corte Constitucional en los últimos años tuvo lugar el jueves pasado. No se realizó, como es habitual, en el Palacio de Justicia sino en un salón reservado del club El Nogal, al otro extremo de la ciudad. La sombra de las chuzadas lo impidió.
Y fue así por dos razones: la primera, las protestas que podían terminar como efectivamente terminaron y la segunda, la más sensible y la más delicada: los magistrados están convencidos de que los están espiando y de que, incluso, oyen sus salas plenas.
"Lo hicimos en El Nogal porque allá no hay micrófonos", nos dijo un magistrado.
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Noticias Caracol conoció la bitácora de esas revelaciones que se discutieron en la corte. El primero que puso el tema en la sala fue el magistrado Alejandro Linares: aseguró que había recibido información de un alto funcionario de la Fiscalía, que le advirtió que grabaciones de conversaciones telefónicas de magistrados estaban rodando en varios círculos. Linares añadió que se sentía chuzado. Todos sus colegas dijeron lo mismo.
El primero que lo respaldó y amplió la denuncia fue el magistrado Carlos Bernal. Dijo que estaba seguro de que su teléfono estaba intervenido.
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Acto seguido, su colega Cristina Pardo sostuvo con vehemencia que no dudaba de la tesis de las chuzadas porque todo lo que se habla y decide en la corte se filtra. La magistrada Diana Fajardo se lamentó: "esto es un horror... aquí nadie está tranquilo".
Alberto Rojas coincidió con las revelaciones de sus compañeros y reforzó la tesis de que estaban siendo espiados.
Para ellos el ambiente se enrareció desde hace algunos meses, pero se puso especialmente denso luego de sus fallos sobre la jurisdicción especial de paz, las objeciones del presidente Duque, la cruzada del fiscal general y el lobby de Estados Unidos para aprobar esas objeciones, el caso de Jesús Santrich y la tensión por su eventual extradición y hasta la expectativa porque la corte reviva la aspersión con glifosato de cultivos de coca.
¿Pero, quién querría espiar a la Corte Constitucional? Los magistrados manifestaron sus sospechas y aventuraron nombres; hablaron de manzanas podridas en organismos de inteligencia o, inclusive, en la propia fiscalía. Alguno más no descartó que la vigilancia esté en manos de agentes extranjeros, otro magistrado informó que a él le habían contado que la excusa de estas vigilancias tenía que ver con el expediente del cartel de la toga y que el monitoreo ilegal llegaba hasta los magistrados auxiliares.
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Ahí la consternación fue total.
Tan grave fue lo discutido y tan enorme fue la angustia de los juristas, que se decidió enviar cartas a la Fiscalía, la Dirección Nacional de Inteligencia, la Policía y hasta la DEA en Colombia para preguntar oficialmente si hay una investigación contra los miembros de la Corte Constitucional y si hay órdenes de interceptar sus comunicaciones. La presidenta de ese tribunal, Gloria Ortiz, quedó encargada de enviar esas cartas a la mayor brevedad posible.
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Varios magistrados consultados aseguraron que ha sido tanta la presión que han sentido en los últimos dos meses que decidieron contar ese viacrucis. "Esto era un secreto a voces y nadie había tenido el coraje de decirlo", nos confesó un magistrado.
Otro más concluyó con esta cruda sentencia: "volvieron las chuzadas".
Se refería al escandaloso episodio de espionaje del DAS, ocurrido hace una década, en el que agentes de esa entidad llegaron a poner una grabadora en la sala plena de la Corte Suprema de Justicia.
Un expediente que terminó con la condena, entre otros, de la exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado y del exsecretario general de Presidencia Bernardo Moreno.
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Hoy la palabra que más se oye por los despachos de la corte es esta: "chuzadas". Y una sentencia de un magistrado, la que más retumba: "volvimos al pasado".