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Así luce hoy la cárcel de Gorgona, penal que se levantó como “réplica de un campo de concentración”

En medio de la hermosa e imponente selva húmeda tropical del Pacífico yacen los escombros de lo que fue la cárcel de Gorgona, inaugurada en 1960 y cerrada en 1984.

Así luce la cárcel de Gorgona, penal que se levantó como “réplica de un campo de concentración”

En un hermoso e imponente parque natural sobre el Pacífico están las ruinas de lo que alguna vez fue uno de los penales más violentos del mundo: la cárcel Isla Gorgona. Los escombros que perduran cuentan el horror que vivieron los reclusos más peligrosos de Colombia por más de 20 años.

En medio de la selva húmeda tropical se albergan dos hectáreas de la cárcel Gorgona, que fue inaugurada en 1960 y cerrada en 1984 por cuenta de las graves violaciones a los derechos humanos que allí se cometieron.

Diego Fernando Grajales, administrador de Parques Naturales Pacífico, aseguró que la cárcel de Gorgona es “una réplica de un campo de concentración nazi”.

La cárcel contaba con 3 patios que se convirtieron en el hogar de miles de convictos hacinados. Antes de ingresar, Grajales pidió permiso y manifestó que la zona es epicentro de actividad paranormal.

“Los limpié para que no se les pegue ninguna situación anómala. Les pido a las almas que vivieron esas torturas que nos dejen entrar a contar la historia y así como limpio entro, limpio salgo. No necesariamente es algo que nosotros siempre queremos demostrarles, pero sí hay presencia paranormal. Hemos tenido presencias. Se siente energía muy fuerte muchas veces”, aseguró el guía.

Gorgona, que traduce monstruo infernal en la literatura griega, fue todo un infierno para los reclusos que terminaron en ese penal. No solo ellos vivieron un viacrucis, también sus familiares que los visitaban.

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Las esposas y las hijas eran violentadas aquí. Esta garita es muy fuerte en cuanto a la violencia. Ellas eran violentadas por la guardia”, sostuvo Grajales.

Los centros de tortura y de vejámenes inenarrables eran las celdas, los baños, los comedores y hasta la misma enfermería.

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“Se infringían heridas. Pasaban 3 noches con tramadol o alguna medicina para bajar la ansiedad de la locura, les daban más comida. Algunos se hacían morder de serpientes para salir rápidamente de aquí”, aseguró.

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