El cierre de fronteras por el coronavirus tiene a 51 recién nacidos lejos de sus papás, quienes no han podido viajar para su encuentro.
Estos bebés permanecen en un centro de cuidados en Kiev, pero sus padres no están del otro lado de la ventana, aguardan por ellos a kilómetros de distancia.
“El problema es el coronavirus, hay demasiados recién nacidos porque la frontera está cerrada”, explica Rafa Aires, padre de un bebé subrogado.
Son hijos de embarazos subrogados que promueve una compañía local. Rafa alcanzó a volar desde España, sin su esposa, para ver a su hija.
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“Todos los días hago videollamadas con mi esposa durante una hora o una hora y media para que vea a la bebé. Es lo único que puedo hacer para que mi esposa se mantenga feliz, es muy difícil”, reconoce.
El pasado mes de marzo Ucrania cerró sus fronteras, imposibilitando que los padres lleguen por ellos.
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“Si la cuarentena se prolonga, de acuerdo con las expectativas del Ministerio de Salud de Ucrania, entonces el número de bebés no serán cientos, sino miles”, advierte Lyudmyla Denisova, defensora del Pueblo.
Y es que la insólita situación abrió el debate en el parlamento ucraniano sobre el alcance y las consecuencias de las compañías de vientres de alquiler.
“Ahora estos recién nacidos que se encuentran en tales circunstancias deben tener el derecho de ser criados en sus familias”, añade la defensora del Pueblo.
Un derecho que por ahora está en manos del gobierno de ese país, que solo permitiría el ingreso de los padres si recibe una petición de la embajada de la nación de donde son oriundos los progenitores.
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