Como siempre sucede, en tragedias como la ocurrida el pasado lunes durante la Maratón de Boston
hay relatos tristes y conmovedores como el de las víctimas. Muertes y heridas causadas por aquellos para quienes la vida no tiene valor. Pero, al mismo tiempo, en momentos crueles como ese también sale a flote lo mejor del alma humana.
Como lo dijo el mismo presidente Obama al dirigirse a su país, los ciudadanos de Boston fueron solidarios y compasivos. Dieron aliento y ayuda a quienes en ese momento lo necesitaba: extranjeros o nacionales, atletas famosos o corredores desconocidos, hombres y mujeres, niños y adultos.
Una de esas historias ha sido reseñada en varios medios estadounidenses y del mundo y tiene nombre propio: Carlos Arredondo, un obrero costarricense de 52 años.
El hombre quedó registrado en varias fotografías socorriendo a los heridos
y a los servicios de emergencia. Mientras los demás huían despavoridos del lugar de la explosión, él corrió en sentido contrario para ayudar a policías y oficiales de la carrera a remover las verjas debajo de la que quedaron atrapadas muchas personas.
Utilizó su camiseta y prendas de vestir para detener hemorragias y se mantuvo al lado de uno de los heridos haciendo presión en la herida y dándole aliento mientras era conducido a una ambulancia. "Quédate conmigo, no te vayas", le decía sin cesar para mantenerlo consciente.
La imagen, captada por un reportero de The Boston Globe le dio la vuelta al mundo.
Poco después se supo que al hombre, de 27 años, tuvieron que amputarle las dos piernas. Había ido a ver a su novia correr.
Cuando la actitud valiente y heroica de Arredondo comenzó a ser difundida en los medios de comunicación, su trágica historia también salió a flote.
Su hijo Alexander, militar al servicio de los Estados Unidos en Irak, fue muerto por un francotirador en 2004. Por la pena, Carlos se prendió fuego dentro de una camioneta, sufriendo quemaduras severas. Luego se convirtió en un activista en contra de la guerra.
En 2007, un artículo del periódico The New York Times contaba como Carlos recorrió el país en una camioneta en la que colocó un ataúd, arropado con la bandera, y fotografías de Alexander. Incluyó también un balón de fútbol y un Winnie the Pooh, el juguete favorito de su hijo cuando niño.
"Mientras haya marines peleando y muriendo en Irak, compartiré mi dolor con el pueblo estadounidense", le dijo al periódico.
En diciembre de 2011, el hermano menor de Alexander, Brian, de 14 años, quien había entrado en depresión y uso de drogas después de la tragedia familia se quitó la vida.
Luego de ayudar a cuantos pudo, un video de un canal de televisión muestra a Arredondo sosteniendo una bandera de los Estados Unidos ensangrentada, mientras relata con la voz temblorosa las escenas que vivió.
Organizaciones sociales, y de inmigrantes, han pedido una medalla al Gobierno de Estados Unidos para el inesperado héroe.
Updated: abril 17, 2013 11:17 a. m.