Keiko Fujimori, hija del autócrata Alberto Fujimori que gobernó entre 1990-2000, ganó las elecciones del domingo en Perú pero no obtuvo la mayoría de votos y deberá concurrir a una segunda vuelta el 5 de junio.
La hija mayor del encarcelado expresidente se halla a las puertas, por segunda vez en cinco años, de ganar unas elecciones que podrían convertirla en la primera mujer en gobernar Perú.
Con el 64,43% de actas contabilizadas, Fujimori, de 40 años, lideraba el recuento con 39,46%, frente al 23,73% del candidato de centroderecha, Pedro Pablo Kuzcynski.
El partido de la candidata más votada el domingo, Fuerza Popular, prácticamente ha duplicado también su presencia en el Congreso unicameral, pasando de 34 a unos 65 escaños, la mitad de la cámara, frente a los 28 de Perú por el Kambio de Kuzcynski.
Sin embargo, la victoria de Fujimori en la segunda vuelta no está garantizada, alertan los analistas.
Es que sobre Keiko Fujimori, que a los 19 años actuó de primera dama tras la separación de sus padres, pesa todavía la herencia de su padre, que cumple condena por crímenes de lesa humanidad y corrupción en sus diez años de gobierno (1990-2000).
"Kuzcynski recibirá muchos votos antifujimoristas", asegura el director de la agencia de sondeos Vox Populi, Luis Benavente.
La gran pregunta es dónde irán a parar los sufragios que recabó la candidata del Frente Amplio (izquierda) Verónika Mendoza, que obtuvo un 17,2%, así como parte del resto de los candidatos (10 en total).
Segunda vuelta polarizada
"Habrá una segunda vuelta muy polarizada", augura Benavente.
En su primer mensaje tras los comicios, Keiko Fujimori, que en 2011 perdió en el balotaje contra el presidente saliente Ollanta Humala, habló de conciliación y de tender puentes con el electorado opositor.
"Este mapa que se ha dibujado nos muestra claramente que el Perú quiere la reconciliación, que no quiere más pelea (...) Tenemos que volver a pisar el acelerador del crecimiento para que llegue sobre todo a las poblaciones más alejadas", dijo esta madre de dos hijas.
El partido de Keiko Fujimori, modelado a su imagen y semejanza en los últimos años, ha sufrido, según Benavente, una gran evolución, aprendiendo a "manejar los códigos de conexión emocional" con el votante, en general de clase media baja y rural, y los jóvenes. Más de dos millones votaron el domingo por primera vez.
Su hermano pequeño, Kenji Fujimori, aquel niño consentido por su papá que utilizaba los helicópteros militares para pasear a sus amigos y no esconde sus aspiraciones presidenciales, ha sido el congresista más votado.
A la luz del resultado electoral, quien quiera que ocupe la casa Pizarro a partir del 28 de julio, no cambiará el actual modelo económico.
"Los riesgos que podía haber en los mercados no van a tener continuidad. Muchas inversiones que estaban retenidas se van a reactivar", aseguró Benavente.
Resurgimiento de la izquierda y cambio
La elección del domingo ha supuesto el renacimiento de la izquierda, que había estado relegada prácticamente a un reducto desde la década de los 80, cuando las guerrillas comunistas, con Sendero Luminoso a la cabeza sembraban el terror y el caos en Perú. Alberto Fujimori acabó con ellas.
Por eso, el voto del miedo, alentado desde las filas de Kuzcynski y los medios de comunicación, ha jugado un papel importante para la derrota de Mendoza.
Otros van más allá y piensan que los comicios del domingo suponen el fin de una era política que ha estado vigente durante los últimos 15 años, como lo demuestran los pobres resultados que han logrado los expresidente Alan García y Alejandro Toledo, muy vinculados con el gran mal de la política peruana: la corrupción.
"Fujimori, PPK (el acrónimo por el que es conocido Kuzcynski) y Mendoza representan una nueva representación política", aseguró el analista Juan de la Puente.