La enfermedad cobró la vida de más de 7 mil personas en esta población de la Lombardía italiana.
Esta población, que recién se despierta de una pesadilla, le vio la cara a la muerte, o al menos así lo aseguró Mario Carminate, párroco: “Tuvimos 70 ataúdes en la iglesia. Los periodistas salían llorando. Teníamos todo y lo perdimos en un momento”.
Esta majestuosa ciudad ubicada en la Lombardía italiana atrajo al escritor belga Benjamín Royaards, quien se estableció allí hace 5 años. Él jamás imagino que su cuento de hadas se convertiría en una película de horror.
“Las primeras semanas de marzo fueron de un nivel de ansiedad difícil de describir. No te atrevías a salir a la calle, te preocupaba la manera de conseguir comida. Solo se oían las ambulancias día y noche”, afirmó la pluma.
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Las primeras semanas de marzo fueron de un nivel de ansiedad, difícil de describir. No te atrevías a salir, te preocupaba cómo conseguir comida. Solo escuchaba las ambulancias día y noche
Pero ya se ve la luz al final del túnel y así lo confirma Elena Bachier, enfermera, quien puntualizó que “en comparación como antes, ahora estamos mucho mejor. Hay más pacientes cuidándose en casa que en las unidades de cuidados intensivos”.
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Pese a que la ciudad intenta darse un sacudón de la crisis que ocasionó el virus, la economía fue fuertemente golpeada y el panorama es oscuro en ese aspecto.
Las heridas todavía están abiertas y al desnudo, pero la comunidad tiene espíritu de lucha, el cual está despertando con una conciencia nueva.