Largas jornadas y presión constante, los principales enemigos. En Nueva York una enfermera se quitó la vida luego de contagiarse y recuperarse de coronavirus.
En Nueva York, el lugar de EE. UU. más azotado por la pandemia del coronavirus, los profesionales de la salud que encaran la crisis están experimentado cuadros severos de estrés y de ansiedad.
Largas jornadas laborales, en las que incluso trabajan fines de semana sin descanso alguno, y enfrentarse a una nueva enfermedad para el mundo han generado alteraciones en la salud mental de quienes se enfrentan en primera línea a la crisis.
"Para los trabajadores de la salud, se aplica todo. Existe la depresión y la ansiedad, la sensación de aislamiento porque a menudo no pueden estar en el mismo ambiente con su familia debido a la amenaza”, explica Dawn Brown, directora de línea telefónica de ayuda.
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Mantener con vida a quienes están contagiados, es una presión constante. Al igual que la preocupación de equivocarse, pues debido a la contingencia, muchos fueron asignados en áreas en las que no fueron formados. Incluso, hay quienes no lograr conciliar el sueño.
Uno de los casos que más ha estremecido es el de una reconocida doctora de Nueva York que atendió pacientes con COVID-19, adquirió el virus y se recuperó. Sin embargo, tuvo un triste desenlace, decidió quitarse la vida. Al parecer, su muerte está relacionada con el estrés que enfrentaba todos los días en la unidad de cuidados intensivos en la que trabajaba.
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Ante la crisis, muchos hospitales en Nueva York crearon líneas telefónicas de salud mental abiertas 24 horas, para dar un poco de alivio a quienes están dispuestos a darlo todo en esta emergencia.
Por eso, el llamado a nivel mundial es a cuidar y respetar a estos héroes que hoy son los que le están poniendo la cara y dando su vida para salvar miles más.
Cuidemos a nuestros médicos y enfermeras: ellos cuidarán de nosotros en este difícil momento