“Continuaremos luchando, no nos vamos a ir”, aseguraron miembros del movimiento. Se preparan nuevas protestas.
"Esta vez respondió", tituló el periódico Le Parisien. "Los he entendido un poco", ironizaba por su parte Libération, un día después de la alocución del presidente en televisión, seguida por 21 millones de personas.
Entre otras medidas, Macron anunció una subida de 100 euros del salario mínimo, la anulación de un nuevo gravamen para los jubilados con pequeñas pensiones y la exención de impuestos y contribuciones sociales a las horas extraordinarias.
En total, las medidas costarán al estado unos 10.000 millones de euros, lo que podría llevar el déficit público a más del 3%, el límite fijado por Bruselas, pero solo "temporalmente", aseguró el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand, del partido de Macron.
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Para intentar convencer a los chalecos amarillos, los ministros del gobierno estaban este martes en numerosos medios de comunicación.
Según un sondeo OpinionWay para la cadena LCI realizado tras el discurso, el 54% de los franceses (frente al 45%), quieren que el movimiento se detenga.
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Jacline Mouraud, una portavoz de los chalecos amarillos considerada moderada, pidió una "tregua" y se felicitó de "la puerta abierta" que ofrece el poder. "Tenemos una economía que se hunde, comercios a punto de cerrar, no podemos ser responsables de quiebras", dijo en referencia a los comercios que han tenido que cerrar por las violentas manifestaciones de los sábados.
Pero no todos están satisfechos. "Continuaremos luchando, no nos vamos a ir", dijo uno de sus representantes.
"Todo esto es comedia", dijo el lunes Thierry, de 55 años, un mecánico de bicicletas que tras el discurso de Macron se fue a "bloquear" un peaje en Boulou, cerca de la frontera con España.
"Estamos muy enfadados, volvemos al frente", prometió. Menos de una hora después del discurso del presidente, este peaje en la autopista A9 estaba totalmente paralizado, indicó un fotógrafo de la AFP en el lugar.
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"Hay buenas ideas, un mea culpa, que, aunque llega demasiado tarde no vamos a despreciar", dijo Claude Rambour, de 42 años, un chaleco amarillo del norte de Francia, después de que Macron reconociera su "parte de responsabilidad" en la crisis.
Pero otros manifestantes reprochan a Macron que no diera marcha atrás en uno de sus principales reivindicaciones, la supresión del impuesto sobre la fortuna, porque considera que su anulación permite crear puestos de trabajo.
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Emmanuel Macron "no entendió nada de la cólera que se expresa", dijo por su parte el sindicato CGT. "Tenemos respuestas a corto plazo, no tenemos respuestas a medio y largo plazo", dijo Laurent Berger, el líder del sindicato moderado CFDT.
Por su parte el presidente de la comisión de finanzas de la Asamblea Nacional, Eric Woerth (LR, derecha), pidió a los chalecos amarillos a liberar las rotondas que bloquean en todo el país.
Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda radical, apoya una nueva movilización el próximo sábado, que sería la quinta, a pesar de la violencia de las anteriores.
Y el presidente del partido centrista Modem, François Bayrou, le ministre de la Transition écologique François de Rugyaliado de Macron, se felicitó de un "cambio de época". "Creo que empieza un nuevo quinquenato" dijo por su parte el ministro de la Transición Ecológica, François de Rugy
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En este sentido Macron advirtió el lunes en su mensaje que "la violencia inadmisible (...) no se beneficiará de ninguna indulgencia".
Por su parte Macron recibirá este martes por la tarde a representantes del sector bancario y el miércoles a las grandes empresas para pedirles que participen en el "esfuerzo colectivo".
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