Iban a la casa del rey de Suazilandia, para participar en una ceremonia en la que bailan y cantan para ser la nueva esposa del monarca, que practica poligamia.
Un territorio que aclamaba al Estado ser reconocido en Colombia como la comunidad ancestral de La Boquilla no se dio hasta que, el 15 de abril de 2012, el expresidente estadounidense Barack Obama asistió a la Cumbre de las Américas en Cartagena.Esta comunidad negra y reconocida por ser tierra de pescadores se ubicaron en esa zona posterior al proceso de libertad. Dicen los historiadores que fue desde 1700 su establecimiento, pero que por siglos las sucesivas generaciones han reclamado la titulación del territorio.Masacre en Alto Remanso: padre pide justicia por la muerte de su hijo durante un operativo militarNo fue hasta que con Obama como testigo político de la humanidad y en la emblemática plaza de Cartagena se dio la incansable lucha por su reconocimiento. “Nos enteramos en la prensa que Obama va a visitar en medio de la Cumbre de las Américas a Cartagena y que como un acto de desagravio hacia la discriminación y prácticamente olvido en que estaban los negros, entonces cogieron esas dos poblaciones emblemáticas. A cabo de una semana fui llamado por los organizadores del evento y me dijeron que en mí condición de representación legal yo tenía que estar en la ceremonia”, mencionó Benjamín Luna, líder de la comunidad de La Boquilla.Además, la ceremonia se dio en la plaza de San Pedro Claver, un lugar reconocido porque antiguamente era llamado el lugar del esclavo de los esclavos. Sin duda, el espacio significo para ellos la inclusión y libertad.El evento era protagonizado por Obama, aunque se contó con la participación de Shakira y al menos unos 33 jefes de Estado, pero todos los ojos de los espectadores estaban puestos en él. Era tanta la seguridad que no le bastaba con la que le ofrecía el Gobierno colombiano, sino que se trajo sus propios escoltas. “Obama nunca confió en la seguridad del Estado colombiano, el trajo su propia seguridad, su propia comida, su propia agua, todo lo trajo”, expresó Luna.Gustavo Vélez, el alcalde más amenazado del país, lucha contra la violencia en TuluáNo obstante, para la comunidad llevo algo mucho más valioso y fue un mensaje de poder y orgullo afro. Él defendió la posición de la reivindicación de la raza negra, también por ser el primer presidente negro de Estados Unidos.En su discurso presenció con orgullo un día histórico. “Cuyos frutos llevan décadas incluso años madurando. Durante generaciones muchos de ustedes han vivido en estas tierras, han trabajo estas tierras, han criado a su familia en estas tierras y hoy y de ahora en adelante por fin obtendrán la escrituración de estas tierras. Se le entregarán a La Boquilla y a San Basilio de Palenque”, declaró Obama ese día antes de la entrega del título a Benjamín Luna.La Boquilla es zona de pescadores artesanales y se reduce a un pedazo de mar, playa y ciénaga. Es un territorio muy pobre, pero con una ubicación codiciada. “Gracias a Dios tenemos agua, electricidad porque el alcantarillado en algunos lados no tiene ese servicio. En el verano se reducen las aguas y las fuertes brisas secan los playones. En invierno sube en promedio un metro”, expresó David Torres, pescador y líder comunitario.Extorsiones desde la cárcel: miles de inocentes son víctimas de este fenómeno criminalSin embargo, la dicha que tenía la comunidad por tener la escrituración no duró mucho. En 2020, el Tribunal de Bolívar, al resolver una demanda, anuló el título que ocho años antes les entregó Obama. Una pena y desengaño para los boquilleros. Los argumentos presentados decían que ellos no eran merecedores porque no son rurales, que era un barrio más de Cartagena y que el componente del plan de ordenamiento territorial figuraban como expansión urbana.Los boquilleros apelaron y el pleito ahora está en el Consejo de Estado que deberá emitir una decisión de cierre. Mientras tanto, La Boquilla está es un sinfín de irregularidades.
Hace 20 años, en un día como hoy, una pesada maquina empezaba a rugir un poco antes de las tres la tarde en la localidad de Suba, noroccidente de Bogotá. Al mismo tiempo, en el colegio Agustiniano Norte, en la misma localidad, el bullicio de los estudiantes que ese día salían de clases estaba a tope.>> Lea también: El rostro de los 21 ángeles del Agustiniano Norte: sentido homenaje de Noticias CaracolLa pesada máquina que salió de sus patios a transitar por las calles, sin saberlo, causaría uno de los peores accidentes en la historia de la ciudad.Las rutas del colegio también partieron hacia sus distintos destinos y los dos vehículos se encontraron. La máquina rodó por una curva y descargó su peso en el bus escolar. 21 niños fallecieron, junto a dos adultos, y 25 más quedaron heridos.Muchas vidas rotas ese 28 de abril, recordado como uno de los días más tristes de la ciudad. También cambiaron las vidas de los que acudieron al rescate, entre ellos, María Mercedes García, socorrista de la Cruz Roja.“Toco empezar a leer el listado de los niños que habían sido trasladados a centros asistenciales y en ese momento, a medida que se iba leyendo el listado, una persona dice: '¿y si usted no da el nombre de mi hijo qué quiere decir?'. Todos sabíamos la respuesta, pero nadie la quería dar", narró María Mercedes.El sargento Omar Castañeda, experimentado socorrista miembro del Cuerpo Oficial de Bomberos de Bogotá, cuenta que en su larga trayectoria no vivió un caso semejante, uno que lo tocara tanto como ser humano.Impotentes ante las circunstancias, valientes bomberos que, en medio de sus labores, lloraron en silencio y pensaron en sus propios hijos.El sargento Carlos Torres, bombero, dice que “en el servicio, los bomberos actúan porque estamos entrenados para actuar y atender la emergencia, pero después somos seres humanos. Mi hijo estaba estudiando y tenía ruta escolar y al otro día, cuando llegue a la casa, no quería que fuera en ruta".Días de angustia pero también de esperanza. Años después, al sargento Castañeda lo sorprendió un encuentro muy grato. “A los dos años llega un niño a la estación y le digo: ‘¿En qué le puedo servir?’. El niño quiere llegar a la estación a darme las gracias, que él seguía vivo gracias a nosotros. Él había perdido una pierna".Todos aquellos que acudieron a brindar ayuda material o espiritual vivieron un cambio en sus vidas, uno de ellos fue el padre Juan José Gómez, rector del colegio.“Se me viene a la mente cuando escucho la canción de los ángeles: ‘Los ángeles están en ese lugar, parece que el cielo bajó o que Dios está con nosotros'. Siempre que recuerdo esa canción, mi corazón se eleva a Dios para hacer una oración por los 21 angelitos, por los familiares y por los sobrevivientes”.>> Le puede interesar: 20 años de la tragedia del Agustiniano Norte: homenaje a 21 ángeles que murieron en Bogotá
El Pico Colón es considerado el punto más alto que tiene Colombia, ubicado en la Sierra Nevada de Santa Marta, y era para Julio Bermúdez, un médico y montañista de 46 años, el sueño de su vida poder llegar a la cumbre y despegar volando en su parapente. Sin embargo, ese anhelo que tenía fue obstaculizado por una gran montaña con la que se estrelló. Por poco y pierde la vida.“No es un hobby, sino que realmente yo en mi tiempo y mis actividades cotidianas están pensadas en preparar estos viajes y buscar proyectos de montaña que me motiven para seguir adelante”, mencionó Bermúdez.Parapentistas se accidentaron en la Sierra Nevada de Santa Marta y no han podido llegar a ayudarlosLa expedición la organizó Alex Villa, un experimentado parapentista que ya había volado unos cientos de metros más abajo desde la Sierra y con quien se contactó Julio Bermúdez para ingresar al grupo que llevaría este viaje. “El plan eran seis días de ascenso de aproximación, más un día de intentar la cumbre del Pico Colón y después volar desde el glaciar del Pico Colón o desde la cumbre por todo el valle del río Palomino hasta la costa Caribe”, aseguró Bermúdez.Julio subió a la cumbre acompañado por Santiago Aparicio, uno de los guías de la expedición. Frente a ellos se extendían más de trecientos metros de roca y unas tres horas de ascenso hasta la cima, su principal objetivo. “Para un montañista, no llegar a la cumbre es no haber logrado subir a la montaña como tal”, indicó a Los Informantes.Slackline: dos hermanos colombianos desafían los límites desde las alturasEn el momento que alcanzaron esa tan soñada aventura en la cumbre solo tenían dos opciones, la primera era devolverse por el mismo camino que subieron, pero les tomaría entre tres y cuatro días. Y la segunda, que Julio abriera su parapente y bajara en línea recta hasta las playas de Palomino, esa fue la que eligió. “Lo último que recuerdo es haber pensado si esta ráfaga está muy fuerte. Me levanta el suelo y ahí yo lo último que pienso es tengo que girarme rápidamente para volver a tomar control del parapente y empezar a volar. Y ahí no recuerdo nada más”.Él es médico y de inmediato se hizo su diagnóstico, pues sabía no había sido cualquier golpe y mucho menos algo leve. “Seguramente tengo las costillas rotas, un neumotórax que es un sangrado en el espacio pleural que está colapsando mi corazón y mi pulmón derecho. También los huesos de mi antebrazo están rotos y mi clavícula, pues me duele mucho y noto cierta deformidad. No puedo usar mi extremidad derecha”, reveló Bermúdez.Carlitos Páez, sobreviviente de la tragedia de Los Andes, relata su odisea de 72 díasSantiago alertó el incidente, mientras que su esposa, Lorena, armaba desde Bogotá una misión de rescate de alta montaña sin precedentes. Todo empezó con un equipo de infrarrojo que ayudaba a detectar por calor si había algún movimiento en el área, sin embargo, fue imposible poder encontrarlos. Después de 8 horas de búsqueda, logran dar con su paradero, pero solo fue hasta los 5 días siguientes que lograron sacarlos con vida del lugar más alto de Colombia. “Vale la pena intentarlo, vale la pena trabajar por los sueños, vale la pena prepararse, vale la pena gestionar los riesgos de la mejor manera posible. Hay mucha satisfacción de vivir esas experiencias y se puede vivir la vida intensamente”, concluyó Bermúdez quien a hoy recuerda una verdadera hazaña.
Luego de la expulsión de Valerie de la Cruz, también conocida como Beba, del Desafío XX, su novio Andrés Gómez entró a la polémica y habló sobre la eliminación de su pareja del programa de Caracol Televisión.>> Vea también: Beba reaparece tras ser expulsada del Desafío XX: “Tengo muchas cosas por cambiar”Gómez dijo que el capítulo del Desafío en donde eliminaron Beba "fue complicado, se vivieron muchos altibajos, muchas emociones y muchas cosas como opiniones encontradas. Unos la apoyaron, otros no. Me gusta y es respetable. Mientras las cosas se hagan con respeto no hay lío”.También indicó que “mi mensaje desde ya es que estamos en un programa de televisión, de entretenimiento, y van a mostrar ciertas cosas que van a tocar tus emociones. Es ahí donde estamos frente a un dispositivo, donde no le hablamos a una persona de carne y hueso”.Por último, Andrés Gómez le envió las gracias “a todas las personas que apoyan a Beba, a las personas que dicen ‘he pasado en la vida por momentos así, me identifico contigo’” y también a quienes no están de acuerdo con la ahora exparticipante del Desafío XX.“Aclaro, hay cosas que corregir. Gracias a todos los haters, gracias a todas las personas que apoyan a Beba. Les digo una cosa, los que no apoyan nos están ayudando a ser más reconocidos”, puntualizó Andrés.>> Noticias sobre el Desafío XX: Beba no pudo con Andrea Serna: así paró en seco la presentadora a la participante
Han pasado 20 años y las lágrimas aún son inevitables para las familias de los 21 ángeles que murieron en el accidente de la ruta 12 del colegio Agustiniano Norte. Aún se quiebran cuando hablan del tema y muchos no se atreven siquiera a recordar ese día.El rostro de los 21 ángeles del Agustiniano Norte: sentido homenaje de Noticias Caracol