La barbarie de la guerra tiende a normalizarse en los 29.000 kilómetros cuadrados rurales del Cauca y en sus 42 municipios.
El Comando Coordinador de Occidente de los disidentes de las FARC no se detiene, avanza bajo la consigna de controlar a sangre y fuego los cultivos cocaleros, los laboratorios de procesamiento de la pasta de coca y las rutas para sacar la droga hacia el océano Pacífico.
En lo que va corrido del 2020 han sido asesinados 31 líderes en el Cauca, de los cuales 11 se presentaron en los dos meses de cuarentena por el coronavirus COVID-19 que acaban de cumplirse en Colombia, según lo asegura Indepaz.
En el mismo período, dos operaciones de rescate humanitario ha desarrollado el Ejército junto con la Defensoría del Pueblo para salvar a los amenazados.
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El pasado fin de semana fue rescatado un líder amenazado en Timbiquí y también otras diez personas en Suárez, bajo las mismas circunstancias.
El pasado 19 de abril, durante diez horas sobre el cañón de san juan de micay, se realizó la primera operación de rescate que salvo ocho líderes amenazados.
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En el Cauca avanza la unificación de mayor poder estratégico criminal y narcotraficante intercontinental que se haya registrado sobre territorio colombiano.
Una guerra sin tregua y despiadada que se está convirtiendo en parte del paisaje nacional, bajo la mirada del Gobierno y los organismos internacionales como testigos.
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Vea también: Rescatan a 11 personas que habían sido declaradas como objetivo de ataque por disidentes de las FARC
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