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Fernando Botero no temía a la muerte, pero sí a una enfermedad que le impidiera pintar

Fernando Botero, el artista universal que alcanzó el olimpo de las artes en vida, se definía como un obsesivo al trabajo, a tal punto que pasaba varias horas solo y en silencio para lograr encontrar concentración.

Fernando Botero temía padecer una enfermedad que le impidiera pintar

Según el mismo maestroFernando Botero, siempre fue un obsesivo por el trabajo, así se lo dijo a la periodista María Alejandra Cardona, a quien le confesó en marzo de 2015 que solía ser muy solitario porque “para poder lograr la concentración que uno requiere, uno tiene que estar absolutamente solo. Sin oír música, sino en silencio y soledad".

Y añadió que: "La paz es que uno nunca se siente solo con la pintura y es una sensación muy rara que el tiempo sea tan corto para un pintor y tan largo para el resto de la gente. Cómo se deben aburrir los que no pintan, ¿no?”.

Al ahondar sobre la muerte, manifestó que aunque no le tenía miedo, sí le aterraba que algún día llegara “una enfermedad que me impida pintar porque yo pienso que si uno se muere de repente y pintando, me parece fantástico, pero que le pase a uno un derrame cerebral o cualquier cosa de ese tipo que uno esté vivo, pero sin pintar, me parece horrible, no sé qué haría. La vida sin pintar no la concibo”.

Para pasar de pintar algunas acuarelas en Medellín a inmortalizar una de sus obras en Pietrasanta, Italia, tuvo que vivir una época de estrechez económica. Pero, para él, todo valió la pena, aunque le tomara 20 años.

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Yo me fui a Nueva York, Estados Unidos, en el año 60 y no pude conseguir una galería porque era muy difícil y en el año 70, 10 años más tarde, vino un director alemán a mi estudio y le gustaron mucho las cosas que yo hacía y me invitó a hacer cinco retrospectivas en cinco museos alemanes. Pues esa exposición tuvo mucho éxito”, comentó el maestro.

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Fue siempre un artista querido y un ser humano sencillo, tanto así que le conmovía cuando le hablaban en la calle en Colombia. “Es emocionante ver que la gente aprecia lo que yo he hecho, que entiende mi trabajo, que le hablen a uno de los cuadros que uno ha pintado. Es fantástico”.

A pesar de que alcanzó un gran éxito en lo laboral, en lo personal debió atravesar algunos pantanos, entre ellos la muerte de su pequeño hijo Pedro y el fallecimiento de Sofía, su gran amor.

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