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Algo huele mal: estos enredos tienen embolatada construcción de planta para descontaminar río Bogotá

En Chía tiene lugar esta obra llena de sobrecostos, tinglados legales, retrasos en la ejecución y hasta el rechazo de la propia comunidad.
Se trata de la planta de tratamiento de aguas residuales II de Chía.
El proyecto, que busca descontaminar el 70% de las aguas negras del municipio y que está localizado entre río frío y el río Bogotá, tenía un valor inicial de 35.700 millones de pesos con un desembolso del 50% del contrato. En teoría la planta debía estar funcionando en mayo de 2018, es decir, hace más de siete meses.
Sin embargo, la obra sigue cruda pese a algunos avances. Además, ya se piden adiciones por más de 27.000 millones de pesos.
Las complicaciones aparecieron desde el principio: En 2016, la alcaldía de Leonardo Donoso firmó el contrato para ejecutar la obra, pero todo se enredó muy pronto a tal punto que actualmente la Procuraduría investiga un presunto incremento injustificado del contrato, por lo que ya llamó a pedirle cuentas al director de la CAR Cundinamarca, Néstor Guillermo Franco.
Por ahora la planta no ha sido entregada y se firmó una prórroga hasta diciembre de 2019, su costo ronda los 63.000 millones de pesos.
A ese complejo escenario se suma que la Alcaldía de Chía responsabiliza a la comunidad cercana al proyecto del bloqueo de la obra.
Pero la gente tiene otra versión, dicen que se han opuesto porque temen que la planta se convierta en un elefante blanco, tal como ocurrió con otra planta de tratamiento por la cual la Procuraduría formuló cargos al exalcalde de chía Guillermo Varela.
En medio de ese choque entre constructores y habitantes, el Tribunal de Cundinamarca ordenó en su momento militarizar la zona.
Habitantes del lugar, además, han reportado presiones de supuestos trabajadores de la obra.
Y, al margen de la disputa, pobladores consultados aseguraron que temen por la suerte ambiental de la zona.
Por ahora, en Chía, dos plantas de tratamiento siguen inconclusas, el río continúa contaminado, la comunidad incómoda y la procuraduría con la lupa puesta.

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