Desde hace cuatro años, Jorge usa su vehículo modelo 78 como casa. Ahora, en medio de la pandemia, se las arregla para no quedarse ‘varado’ y sobrevivir.
“Yo creo que la mejor herencia que me pudieron dejar mis padres es amar a Dios sobre todas las cosas”, dice con devoción.
Acostarse en el carro tiene su ciencia, pero consciente de los estragos que está causando la pandemia del coronavirus , agradece tener un techo para pasar la cuarentena.
Su carro está parqueado en una bahía ubicada a un costado del portal Banderas.
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Jorge sobrevive de la caridad de los vecinos y los acarreos ocasionales en Corabastos, una de las zonas en Bogotá que requiere atención especial frente al COVID-19.
“Ahí me sale un clientecito, dos clientecitos y me hago 30 mil pesitos, 40 mil pesitos. me vengo tengo pa’ acá y me como mi desayunito, mi almuercito”.
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Jorge, de 58 años, tiene un tapabocas y un jabón… eso sí le toca ingeniárselas para conseguir el agua que lo mantenga protegido del virus.
Aunque reconoce que su situación es producto de las decisiones que tomó en el pasado, es optimista e invita a ayudar a quienes menos tienen.