No les han confirmado si ya se recuperaron. Uno de ellos está encerrado en un cuarto del apartamento y evita que su pequeña hija se acerque por temor a contagiarla.
Jaime Rodríguez contrajo el COVID-19 después de una celebración de cumpleaños el 14 de marzo.
“Más o menos llevo 42 días aislado en el cuarto de visitantes. Acá mismo trabajo. Yo solo salgo al baño”, dice.
Y a pesar de tener todos los síntomas e informar que estuvo en contacto con un positivo de coronavirus, le practicaron la prueba el 28 de marzo y hasta el 7 de abril le entregaron los resultados donde se confirmaba el contagio.
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El reto era curarse y esperar el segundo test, que a la fecha de hoy no le han hecho.
“Estoy ahí en el limbo y nosotros con esa zozobra. Más que todo el estrés de mi mujer, la niña a veces trata de acercarse cuando salgo”, comenta desde su encierro.
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Un caso similar viven Diego Tellez y sus amigos, que están en aislamiento obligatorio desde el 20 de marzo.
Desde que llegaron de México han tenido problemas para contactarse con alguna entidad sanitaria.
“Es muy difícil comunicarse, a veces uno llama y no contestan o la línea se cae y cuando contestaron tuvimos problema para que vinieran a hacernos la prueba”, cuenta Diego.
Ahora la pelea es para que, como Javier, les tomen la segunda muestra para confirmar si ya no tienen COVID-19.
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Según Diego, la EPS de tres de ellos les agendó una cita “y a los tres días llegó un médico, pero solamente le hizo la valoración a uno”.
Y como estos casos son más los denunciados por demora en la toma de muestras y entrega de resultados.
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La Secretaría de Salud reconoció los retrasos e insistió en que se debe a las dificultades para conseguir los reactivos.
Sin embargo, aseguraron que ya se adquirieron algunos kits para estas prubas que están en procesos de verificación y desempeño.
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