La partida de Albeiro Gabillero golpeó duramente a su compañero Miguel Gómez. El uniformado narró los duros momentos que vivió en el atentado.
“Cuando sonó la explosión lo único que pensamos fue en ayudar. Yo llegué preguntando por él, desesperadamente, porque sabía lo que había pasado. Al verlo ahí, llenos de escombros se los quité. Yo le decía no se vaya a ir, no me deje solo”, contó.
Lo que más recuerda Gómez es el juramento que ahora marca su vida, al que llamaron la promesa de Jaime Molina.
“Que si él faltaba o yo faltaba, íbamos a cuidar a la mamá. Él iba a cuidarla como si fuera yo. La promesa que le hice la estoy cumpliendo”, afirma Gómez.
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“Se me derrumbó el mundo, se fue una parte de mí”, lamentó el uniformado, quien dijo sentirse aliviado por haber despedido a su compañero “como un guerrero”.