La CVC y Dagma han recuperado unas 20 hectáreas de este representativo cerro de la capital del Valle del Cauca. Se han invertido cerca de $5.000 millones.
Esto se dio por una intervención que empezó en el 2013 y que aún no culmina, pues el Cerro de la Bandera fue impactado por la minería de carbón durante décadas. Así, lo que se había convertido en un terreno yermo ahora es un paisaje verde que puede apreciarse desde distintos puntos del sur de Cali.
“El Cerro de la Bandera era un sitio de minería desde 1917, allí se explotó mucho carbón para Ferrocarriles Nacionales y luego para la térmica de Anchicayá. Después de dejar de operar Anchicayá en el año 70, pasó a convertirse en una operación de minería ilegal y empezaron a intervenir el cerro de una forma indiscriminada, dejando una serie de pasivos ambientales, tales como grandes cantidades de material estéril, suelos totalmente deteriorados y gran cantidad de túneles internos que afectan la estabilidad del cerro”, manifestó Carlos Augusto Duque Cruz, director de Gestión Ambiental de la CVC.
Duque aseguró que el reto no fue solo hacer la restauración geomorfológica del cerro para volverlo a su situación inicial, sino tratar de que se generara vida con la siembra de árboles y la recuperación de la cobertura vegetal.
“Se suspendieron completamente las actividades mineras y logramos hacer una restauración geomorfológica y comenzar a generar suelo con acacia mangium, especie que, según los ingenieros forestales de la CVC, es la más adecuada para desarrollarse en una zona donde los pasivos ambientales por la minería técnicamente mal ejecutada dejaron pérdida de suelo, flora y fauna y paisajísticamente una muy mala impresión visual. También se plantaron especies de cobertura vegetal rastrera”, dice Duque.
Entre la fauna que los expertos han encontrado están loros, guatines, y pavas caucanas, entre otras especies.
Volverle la vida a este cerro prácticamente es entregarle un nuevo pulmón a la ciudad, que mejorará el microclima de esta zona aledaña a la avenida Circunvalar entre carreras 56 y 62.
“En esa zona de Cali hubo un desarrollo urbanístico muy ambiental, pues hay muchas zonas verdes que forman un corredor y, con lo que estamos haciendo en el cerro, podríamos conectarlo con el Parque Nacional Natural Farallones. Por eso, es importante conservar el cerro como corredor para que se desarrolle fauna y flora asociada a este ecosistema que estamos ayudando a crecer”, dice el Director de Gestión Ambiental de la CVC.
La CVC en este momento interviene unas cárcavas que hay en la parte oriental del cerro y para lo que queda de este año se están gestionando recursos para minimizar erosiones y seguir aumentando la cobertura vegetal.