Los periodistas deportivos cubren la gloria y la derrota. A diferencia de otros colegas la muerte no está en su radar. Por ello la noche del 28 de noviembre 2016 la vida de Lina María López, reportera de Noticias Caracol, cambió por completo.
A eso de las 10:00 de la noche Lina terminaba de cubrir el partido entre Leones y Pereira, por el descenso. De allí debía trasladarse al hotel donde se hospedaría el equipo de fútbol de Chapecoense, que dos días después debía jugar la final de la Copa Sudamericana con Nacional. Sin embargo su vuelo, proveniente de Bolivia, estaba retrasado. Solo hasta las 11:00 de la noche se supo que se había estrellado.
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Las primeras informaciones fueron confusas. No se sabía el número de personas a bordo. Aun así medios radiales comenzaron a informar que había 36 sobrevivientes. El jefe de Lina la envió para el hospital de Rionegro, a esperar a los heridos, pero una vez allí ella y media docena más de periodistas, muchos ellos de Brasil, angustiados y tristes, decidieron trasladarse al municipio de La Ceja – a una hora de Medellín-, en donde unas dos horas después comenzarían a llegar los heridos.
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Poco antes del amanecer del martes 29 de noviembre, los socorristas hablaron frente a las cámaras y aseguraron que no había más sobrevivientes. Hubo un sentimiento de absoluta tristeza, recuerda Lina, quien vio cómo sus colegas brasileños, con un valor increíble, comenzaban a transmitir en vivo la mala noticia. Solo seis personas habían sobrevivido. Los afortunados eran: Alan Ruschel, Jakson Follmann, Rafael Henzel, Ximena Suárez, Erwin Tumiri y Helio Neto. Murieron 71 personas.
Esa misma mañana Lina, quien lleva siete años trabajando como periodista deportiva en Noticias Caracol, junto a su camarógrafo Hugo Yépez Restrepo, se trasladó hasta el municipio de Guarne, donde está la sede de Atlético Nacional. En rueda de prensa, directivas y jugadores lamentaron el hecho y afirmaron que al día siguiente, en el estadio Atanasio Girardot, se llevaría a cabo un gran homenaje al Chapecoense, quien había demostrado, entre su humildad, ser uno de los equipos más poderosos del continente.
Entonces alguien hizo un comentario que nadie esperaba. En realidad, el equipo de Nacional era el que debería estar a bordo del vuelo 2933 de LaMia que se había estrellado en una ladera en La Unión una noche lluviosa y fría. La razón: Nacional siempre terminaba la fase de local.
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Hasta entonces Lina, graduada de la Universidad de Antioquia, no había llorado. De hecho, afirma, se encontraba en un estado de suspensión. El martes en la noche no pudo dormir. Una y otra vez las imágenes de los heridos en el hospital de La Ceja se le sucedían en la mente. No era capaz de mantener una idea clara. No sabía si estaba angustiada, triste, preocupada, melancólica, sorprendida, absorta. Quizás todas a la vez. Cruzó con su esposo Juan Guillermo Pulgarín, ya en casa para descansar, algunas palabras, abrazó a su hija Sofía de 13 años, y se acostó a dormir.
El miércoles antes de las seis de la mañana estaba despierta, con la impresión de que todo había sido un sueño y que, en realidad, la fiesta de fútbol se daría esa misma noche. El televisor la sacó de su sueño cuando escuchó en las noticias sobre el rescate de los cuerpos del equipo de Chapecoense y el progreso lento de los sobrevivientes.
Ya en el estadio, con cerca de 50 mil personas vestidas de blanco, unidas ya no por la pasión del futbol sino por el dolor, Lina se apartó de sus colegas y lloró, lloró como nunca antes lo había hecho, en medio de una multitud y escuchando las palabras del canciller de Brasil en Colombia, José Sierra: “…pero quizás no sea una casualidad que los colores del Chapecoense, así como los de Atlético Nacional sean verde y blanco: esperanza y paz”.
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Hoy en día Lina vive feliz con su trabajo, de hecho en septiembre pasado visitó las ciudades de Madrid, Sevilla y Zaragoza, invitada por la Academia Española de Televisión por su cubrimiento de la tragedia del Chapecoense, y luego de que Noticias Caracol recibiera el reconocimiento a ‘Mejor cobertura de última hora’ en los Premios a la Excelencia AIL y Premios Iris América.
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“Esta tragedia mecambió hasta la forma de pensar. Ahora cada vez que me toca esperar a algún deportista en el aeropuerto no reniego, porque es cierto que a veces son difíciles las esperas. Ahora lo único que quiero es entrevistarlos. Por otra parte, cada vez que me subo a un avión no hago otra cosa más que pensar en la tragedia”, puntualiza Lina.