Lentamente los habitantes de Salgar se reponen de la tragedia

Suenan las campanas y empieza un nuevo día para salgar. Elkin toma el tinto de la mañana, Wilson y Fernando lustran nuevamente los zapatos de sus clientes. Sobre los andenes, en medio del luto colectivo.

Los labriegos ofrecen sus productos: plátano, aguacate o cebolla. Salgar quiere dejar atrás tanta desdicha y reconstruir su historia campesina.

Héctor Vásquez, uno de los damnificados, afirma que “debiéramos ya de ponernos al consciente de que tenemos que seguir con la realidad. Ya conseguirse uno la comidita”.

Hora tras hora, retumban las campanas de la iglesia de esta población del suroeste de Antioquia. Así como en el imaginario de los salgareños, retumba la idea de reconstruir su pueblo y “echar pa' delante”.

Ramiro Galeano, otro damnificado, dice que “eso es lo que decimos los salgareños, para adelante, y como ha habido tanta colaboración de tantos municipios, la gente está muy contenta y más tranquilos”.

Mario Estrada, habitante del municipio siente que “ya está muy bueno todo, ya la gente tiene mucha comidita y ya, todo bien”.

El pueblo no sale de su asombro, aún hay tristeza en sus calles, pero por ellas ya se moviliza la fuerza que desde hoy la reedifica. Don Gustavo, por ejemplo, moviliza en su carreta el sustento de su familia.

Salgar ya inició el proceso de instalación de los puentes peatonales en La Margarita. Ya la gente limpia el pantano de sus casas, ya los niños volvieron a clase, el comercio funciona con normalidad y su gente, más allá del infortunio, quiere convertirse en un claro ejemplo de resiliencia para el país.